Qué bien le queda la sorna a Kevin Spacey. Cualquiera puede soltar una gran frase si tiene detrás a un buen guionista, pero ¿saber decirla? Eso ya es otra cosa. Hay algo en su actitud y en su manera matemática de detener la mirada mientras clava una frase que consigue de forma inmediata la complicidad del espectador. Esto es muy importante, ya que los virtuosos de la ironía, además de rapidez, inteligencia y precisión, requieren de público, aunque solo les escuche el perro. Nadie es mordaz en su casa, solo, pelando una cebolla, pongamos por caso. Los cínicos, una suerte de atrincherados, emplean mucho tiempo en perfeccionar la técnica de su escepticismo, a pesar de lo cual siempre acaban sucumbiendo a algún momento de debilidad que, al menos en las películas, significa su ruina. El personaje de Spacey en ‘L.A. Confidential’ en un buen ejemplo.
Miles de jóvenes llegan cada año a California para alcanzar ese sueño que venden a través del cine, la radio y la televisión. Todos van a triunfar hasta que se percatan de que la frase «cuando vine aquí no creí que acabaría así» tiene exactamente su talla. Para Kevin Spacey este es el paraíso en la tierra: es uno de esos tipos capaces de entrar después en una puerta giratoria y salir antes. Interpreta a un policía con tan poca práctica a la hora de hacer justicia que su arma favorita es un billete de 50 dólares. Simpático, corrupto y éticamente distraído, paga toda la factura junta cuando lo matan, al intentar, por una vez, hacer algo bueno.
El argumento de este relato policial dirigido por Curtis Hanson y extraído de una novela de James Ellroy expone con actitud clásica pero nervio moderno la connivencia entre el mundo de la policía, el crimen organizado, las redes de prostitución y el ambiente del Hollywood de los años 50. Hanson utiliza el paisaje de Los Ángeles para encadenar escenas con tal energía cinética que dejarían apabullado a Raymond Chandler. Las miradas magnéticas de Kim Basinger con su rizo a lo Verónica Lake, la fisicidad de Russell Crowe que lo destroza todo a su paso con el ímpetu de un pit bull, el ansia de medrar de Guy Pearce o la socarronería de Kevin Spacey resultan imposibles de olvidar. ‘L.A. Confidential’ se rodó hace 16 años: es pues una adolescente. Sin embargo ha crecido: el paso de los años la ha convertido en una película redonda. De esas que conviene repasar de vez en cuando.
(Publicado en La Voz de Galicia)
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