28 octubre, 2012

About Her



 Malcolm McLaren.

 Más allá de que estemos dejando atrás “el ladrillo” para avanzar hacia la chabola y de que la ansiedad principal de la población de un país sea cobrar a fin de mes, esta semana hemos tenido premios. Llevamos varias semanas de agasajos, premios Nobel, premios Planeta, Nacionales de narrativa y, estos días, los príncipe de Asturias.

 Como Usain Bolt o Michael Phelps son fulanos de poco fuste y las chicas de natación sincronizada no molan lo suficiente, el jurado ha decidido galardonar a Xavi e Iker Casillas por representar “los valores de la amistad y el compañerismo”. Al parecer, han reconocido la gran labor que ejercieron al “limar las rencillas” entre los futbolistas del Barcelona y el Real Madrid. Cada vez que jugaban se daban patadas y eso. Quedaba feo.

 Al recibir su reconocimiento como limadores de asperezas, los dos futbolistas montaron una escenificación de abrazos y deditos de mazapán que dejó claro un mensaje de buenrollismo muy del agrado del público presente, que les recompensó con aplausos espontáneos. De hecho, viendo la brillantez de su mediación, en la grada había “ojeadores” de Naciones Unidas. Una vez que terminen su fértil carrera (y si no quieren darse la vida padre) puede que sustituyan a Kofi Annan o a Ban Ki-moon como árbitros de conflictos internacionales.

 No nos llega con un gobierno de simulacro que ahora también tenemos premios de simulacro.

 Mi proposición para el año que viene es que le den el premio príncipe de Asturias del deporte al tipo del vídeo “Gangnam Style” por su labor pionera en favor de la hípica. Si es demasiado descabellado siempre pueden premiar a un emoticono o al botón “me gusta” de facebook.

24 octubre, 2012

Chez Mondrian

Photobucket

 A veces ocurre que uno encuentra cosas que hacen aumentar su bienestar. Una película, un libro, un objeto, una charla o un recuerdo, pueden producir uno de esos raros momentos en los que, de forma inesperada, te sientes en paz. A mí me ocurre con algunas fotos que voy dejando en este cuaderno, también con la que he dejado más arriba, una imagen que hace enmudecer mi voz interior.

 André Kertész disparó en 1926 la fotografía titulada “Chez Mondrian”. Hace unas semanas se publicó aquí otra entrada acerca del mismo fotógrafo, por lo que no me extenderé demasiado. Como resultado de sus múltiples vagabundeos por París, un conocido común lo llevó al estudio de Mondrian. Al parecer, la decoración respondía al mismo orden riguroso y espartano que protagonizan las abstracciones geométricas de sus cuadros.

 Con una luz y una composición perfecta, Kertész pinta una obra maestra sin que se vean las pinceladas. Si el silencio llega a pasar en ese momento hubiese quedado retratado. Parece una foto flotante. No pesa.

 André Kertész hace un retrato de persona ausente. A pesar de que el protagonista no está, la simetría y el despiece de las líneas son elocuentes. Revelan, más bien delatan, que estamos ante un retrato de Mondrian.

21 octubre, 2012

What a difference a day made



 Dinah Washington.

 Hoy es día de elecciones en Galicia. Una gran parte de la población no irá a votar. Poseen buenos motivos: el aburrimiento, el hartazgo o el simple desprecio. El panorama no ayuda mucho: escenificaciones de un debate en el que no hay debate, políticos que se creen capaces de hipnotizar a tres gallinas a la vez (siempre que estén atentas) pero que no son capaces ni de engañarse a sí mismos o unos medios de comunicación que, a menudo, en lugar de fomentar la expresión de opiniones, parecen querer suprimirlas, manipularlas o dirigirlas.

 Se nos convence de que la democracia es meter un papel en una urna cada cuatro años, pero mucha gente tiene la sensación de que no está participando en nada significativo, que no se cuenta con ellos. Se nos dice qué cuestiones pensar y cómo pensarlas. Se habla en un lenguaje farragoso e incomprensible para los no iniciados, como si todo estuviese más allá del entendimiento del hombre común y a él le bastase la fe. Ya necesitamos traductor para entrar en los detalles de cualquier problema económico, político o social. Parece que tenemos que resignarnos a creer que todo ha sido decidido hace tiempo y por otros. Fabricar otro agujero en el cinturón, obedecer, callar y correr.

 Todo lo anterior es desastroso y nuestro sistema democrático, por momentos, ya no lo parece. Sin embargo, es todo lo que tenemos.

 Ahora ya sabemos que corriendo para salvar la vida nunca llegas muy lejos. También sabemos que la fe se compra con credibilidad y ya no nos queda ese género en la tienda. Hemos ido abandonando el conformismo, otro de los grandes males, a medida que aumentaba la indignación.

 Puede que hoy no sea el día, pero estoy seguro de que algo vendrá. Y ese algo tendrá que traerlo la gente. Sólo en lo desconocido hay salida. Mientras tanto, me quedaré con Dinah Washington y su canción a ver "Qué diferencia marca un día".

 A veces, las cosas existen porque las esperamos.

14 octubre, 2012

My baby just cares for me



 Nina Simone.

 La semana comenzó con Angela Merkel acercándose a Grecia a lanzar unos cacahuetes. Les dijo a los griegos que estaban sufriendo bastante bien. En plan chiste de Gila. Luego llegó el ministro Wert, nuestro pequeño experto en marear perdices. Nos demostró su maestría en la conjugación de verbos de uso antiguo (concretamente, anterior a 1975 o, ya lanzados, puede que 1492) como "españolizar". Algo así como convertir indios en el nuevo mundo.

 Seguidor de esa película titulada "La cortina de humo", parece que quiere competir en audacia con David Mamet a la hora de fabricar falacias que desvíen la atención de los verdaderos problemas. A  los políticos nunca les interesa que los acontecimientos viajen con orden y sentido (nunca lo han hecho), prefieren que una noticia solape a la anterior y, si es necesario, crearla a conveniencia. Confían en el olvido. Una mentira hoy, otra estupidez mañana y, a lo tonto, ya ha pasado el día. El escaqueo, eso sí es muy "español".

 Mientras gente sesuda ponderaba si el verbo "españolizar" existe, llegó el premio Nobel de literatura y con él la discusión de siempre: que si es desconocido, que si no, que yo ya jugaba con él al dominó entre galeradas. Todo es tan típico y repetitivo como que siempre haya un cocinero chino en un barco pirata.

 La requetebomba fue el anunció del premio Nobel de la paz para la Unión Europea, que de unión anda escasa. También se lo podrían haber dado al burro del tío Jacinto que nunca le hizo mal a nadie. O a una tortuga que tuve de pequeño que dudaba como Hamlet pero eso ya es otra historia. Lo que me parece francamente alucinatorio es que alguien preste atención a un premio de la paz que tuvo como ganador a Kissinger.

 Una señora dijo en la radio que cualquier día le van a dar el Nobel de literatura a un bolígrafo. Puede que tenga razón, basta ya de ningunear su aportación a la escritura universal. La semana termina a la espera de que un fulano (Félix Baumgartner) se lance al vacío desde 36 Km de altura. Supongo que es un tipo bendecido con el don de la metáfora ya que pretende demostrar que en cinco minutos las cosas pueden caer a la velocidad del sonido.

10 octubre, 2012

Vivir para gozar

 Las últimas semanas ha habido una cuaresma involuntaria de entradas debido a los ridículos menesteres laborales del que junta las letras de este blog. Mi casero tiene la extraña manía de reclamar su diezmo y el señor de Mercadona, ese cráneo privilegiado, se niega en redondo a que le pague con pieles de castor. Mis intentos de vivir como Jeremías Johnson no dan resultado.

 La película de hoy es un as en la manga. Puede que sea la comedia escondida más deslumbrante de la historia del cine. Vivir para gozar. George Cukor. 1938. Para el que esto escribe, vive un piso por encima de "La fiera de mi niña" o "Historias de Filadelfia". Películas con más galones pero con menos altura. Claro que uno nunca está seguro de nada.

Photobucket

 Johnny Case llega a la casa de su prometida para conocer a su familia y descubre que es millonaria. La mansión, con sus columnas de mármol y su oropel excesivo, parece el palacio del emperador Calígula. Está poblada de seres infelices, un padre dominante que amasa dinero, un hijo alcohólico y una hija alocada de la que nadie habla. Sin embargo, esa casa tiene un corazón, lo denominan "el cuarto de jugar", una especie de refugio que guarda el recuerdo de una persona ausente y los sueños incumplidos de los hijos. La mansión ejerce de jaula de oro de esa habitación especial hasta que llega alguien que no está dispuesto a renunciar a su libertad y el influjo de ese sitio, la vida, comienza a expandirse. Ese alguien es Cary Grant, un experto en ponerlo todo patas arriba en cualquier película que aparezca. Le acompaña Katharine Hepburn, su compañera favorita de demoliciones. Cuando se juntan, generan moléculas de oxígeno. Hacen que el aire penetre en el mausoleo.

 George Cukor rueda esta historia poco después de la Gran Depresión y nos enseña acerca de la importancia extraordinaria de aprender a decir “no”. Construye una película en cuyas alforjas hay un ataque sin cuartel a una forma de vida que consiste en amontonar dinero. Y lo hace mediante el mejor vehículo crítico inventado hasta ahora: la comedia. Con un guión prodigioso que avala cualquier sonrisa, zanja de puntillas asuntos esenciales de la vida: el amor, el sacrificio que conlleva el ser fiel a uno mismo, el vivir tu vida y no la de otros. Habla de personas que se convierten en resistentes, que no se dejan embaucar por el culto a la riqueza, que plantean la risa como la última frontera tras la que parapetarse.