11 junio, 2011

Bullitt

 Una película que se sostiene por una mirada. A pesar de que los ejecutivos bronceados de Hollywood gastan mucho dinero y esfuerzo intentando aparentar que poseen la fórmula del éxito a la hora de fabricar películas, lo cierto es que no saben por qué una película funciona o, por el contrario, fracasa. Si lo supiesen, todas las películas serían éxitos y pasarían todavía más tiempo en el solarium o haciendo como que saben jugar al golf. Nadie conoce el secreto exacto que convierte a una película en grande, a veces es una gran interpretación la que hace crecer la película, otras veces es un buen guión (tener una buena historia ayuda, claro), el buen hacer de algún director, incluso alguna banda sonora ha conseguido aupar a alguna película y anclarla en la memoria colectiva pero, lo cierto es que nadie sabe qué extraña alquimia provoca que una película pase de ser mediocre a memorable. Hoy, voy a pasar un ratillo hablando de una de esas películas que se identifican totalmente con el nombre del actor que la protagoniza, ya que esa es su baza ganadora: Bullitt. Peter Yates. 1968.

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 En la vida hay personas que poseen el arte de eclipsar a los que están a su alrededor, tienen ese "no se qué" que llama la atención cuando entran en un sitio, simplemente no se puede evitar mirarlos. Con algunas estrellas de cine ocurre exactamente eso, tienen encanto, presencia, esa extraña cualidad de llenar la pantalla con la mirada. Bullitt, es una historia al servicio de una estrella, Steve McQueen, y la película se pliega a su lucimiento. Está repleta de primeros planos de McQueen, esto es por una razón: porque la película son las miradas de su protagonista. La película empieza y acaba en Steve McQueen. Puede que nadie hable de sus dotes interpretativas pero posee, sin duda, un indudable magnetismo. Era todo un experto en hacer películas repletas de estrellas tipo "Los siete magníficos" o "La gran evasión" donde, contra todo pronóstico, acababa robándoles la película.

 Bullitt es una de esas películas de procedimiento policial, al protagonista le encargan un caso y lo resuelve de forma profesional, aunque tenga que pisarle los callos a ese jefe arribista y lameculos que, a los espectadores, siempre nos va a caer fatal. McQueen, interpreta a un enigmático policía de mirada y gesto calculado, estilizado, neutro, pero, sobre todo, tope "cool". Se pasea toda la película muy pendiente de su propia estética, con su jersey de cuello alto, su americana, su gabardina y su Mustang, que se convertiría en una de las marcas inolvidables de esta película. Convierte en elegantes los gestos más banales, salir del coche, apuntar con un arma o coger el periódico. Y, el no va más, encima es íntegro e insobornable. Hace todo lo que le da la gana y, maldita sea, con estilo.
El detective que interpreta McQueen desprende tanta personalidad que podría convertir el darle una patada a un cachorro en un acto glamouroso. Podría maltratar a un delfín o pegarle a una anciana con varices y, aún así, aplaudiríamos.

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 No es de extrañar que, en las décadas posteriores, esta película se convirtiera en el icono de un estilo que, los espectadores actuales, no sienten como desfasado, al contrario que otras películas de esa época a las que el rodillo del tiempo ha pasado por encima. Todo este "aura" que hoy percibimos como "retro" tiene un vínculo evidente con el estilo publicitario, toda la película es como un spot alargado y esto, por una vez, no afecta peyorativamente a la película. Hoy en día se siguen fabricando spots imitando (copiando literalmente) el estilo de Bullitt. Al que le apetezca ver tres ejemplos distintos de todo esto, puede verlos en este enlace, en este otro y también aquí.

 Las nuevas generaciones la ven como el prototipo de lo "cool" setentero aunque la película es del 68. La verdad es que Peter Yates adelantó la forma de narrar de los thrillers policiales que vendrían en los 70, fue capaz de plantearse otra manera de filmar las cosas, alejándose (sólo un poco) de la narrativa clásica de las películas de detectives de años precedentes. Posiblemente, fue el pionero de una moda que arrasaría en los thrillers de los 70: diseñar momentos álgidos en forma de secuencias espectaculares de acción, tiroteos, persecuciones etc. con un aprovechamiento extraordinario de la geografía urbana. En esta película hay una persecución de coches que está considerada una de las más emocionantes y mejor rodadas de la historia del cine, sin duda precursora de la forma de realizar hoy en día (con muchos más medios y más parafernalia) la Fórmula 1. Es muy posible que no fuese la primera vez que se fijaban las cámaras dentro de los vehículos, pero sí con esa intensidad. Sólo oyes el ruido del motor.

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 Bullitt es una película bisagra. Marca un punto de inflexión entre una manera clásica de narrar y una forma moderna (ahora, también ya clásica) de rodar un policíaco. Huyen de los platós y ruedan toda la película en localizaciones reales. Buscan aire fresco y verosimilitud. De esta forma, San Francisco se convierte en otro personaje de la película, con sus cuestas, sus tranvías y su bahía, al mismo tiempo que McQueen se pasea por allí con los acordes de la BSO de Lalo Schifrin y su pose eterna y publicitaria. No aparecen dos de los rasgos más característicos del cine negro: la voz en off del protagonista y los diálogos cínicos e hirientes. El teniente Bullitt no pronuncia frases míticas ni lapidarias de cara a la galería, no escupe diálogos afilados, es lacónico y poco expresivo, habla a través de sus silencios.
La historia está contada con una eficacia máxima, con un equilibrio entre un realismo austero y una gran sofisticación narrativa, camina entre una técnica pseudo documental y una artificiosa pose de artefacto de diseño. Ese tono documental sería llevado aún más lejos en "French Connection" (la otra gran película policíaca de los 70) con ese estilo visual más áspero, sucio, ocre y de tono apagado. "French Connection" es abrupta, violenta y gélida comparada con la exactitud y elegancia de Bullitt, pero a la película de William Friedkin ya le cortaremos el pelo otro día.

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 Mis razones favoritas para ver Bullitt: La primera, que jamás debería subestimarse, es que te lo pasas estupendamente. Ojala se fabricasen cada año diez o quince películas policíacas, sólidas y bien contadas, como esta. La segunda razón, particular y subjetiva, es que te pegas un paseo maravilloso por San Francisco, ciudad cinematográfica como pocas que, ladrona silenciosa, acaba robando el protagonismo a los actores. No lucía con ese esplendor desde "Vértigo", película Sanfranciscana de referencia.
Los protagonistas de las historias detectivescas o policíacas no suelen aparecer en entornos domésticos, íntimos y familiares. Suelen ser solitarios. Apenas sabemos nada de sus vidas fuera del trabajo, dando a entender que su vida es su trabajo. Pero el teniente Bullitt duerme y desayuna con Jacqueline Bisset, lo cual no es moco de pavo. Esa es mi tercera razón.


                 "... no sea tan ingenuo teniente, los dos sabemos cómo se hace carrera,
                  la integridad es algo para impresionar al público"

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