26 febrero, 2012

Vértigo- Scene D´Amour



 Bernard Herrmann.

 Esta noche se entregan los premios Oscar y una película titulada "The Artist" parte como más que probable ganadora. La escena final de esta película, intenta imitar el clímax de aquellas historias del cine mudo donde, en la última escena, todo se aceleraba de forma vertiginosa hasta resolver todo el asunto con una persecución, una carrera o un sálvese quien pueda de última hora en la que los protagonistas terminaban besándose, casándose, ambas cosas o alguna variación parecida dentro de los códigos ingenuos y recatados de la época.

 A la hora de plantear esta escena, el director de "The Artist" decidió dar un triple salto mortal con doble tirabuzón. Integró en esa secuencia la música que hay en el vídeo que he dejado arriba, la música de "Vértigo". Nada menos.
Imagino que debió de pagar una cantidad obscena en derechos de autor para poder usar esa partitura, desatando su cinefilia, denominándolo homenaje (como siempre) y pensando que, con esa música, su escena iba a tener un crescendo extraordinario.

 Para el que esto suscribe, la escena, simplemente no funciona. El zapato de Cenicienta no encaja. Dejando de lado agravios mojigatos y problemas de puristas de Hitchcock que consideren esta injerencia como un sacrilegio, la melodía compuesta expresamente para las imágenes en una película encuentra un difícil acomodo en otra película distinta, algo que no ocurre de forma tan evidente en la publicidad, que lleva décadas usando partituras de películas famosas.

 La música de "Vértigo" es hipnótica, envolvente, pegajosa, imposible de atrapar, igual que la película. No se la puede cambiar de sitio. Puede que haya partituras con esa facilidad cambiante. En el caso de "Vértigo" es imposible, la música tiene una relación íntima con la película, son inseparables e intercambiables. En esta película, sobre la que los psiquiatras todavía no se han puesto de acuerdo, el principal ingrediente no es la intriga, el argumento o la emoción. Lo que atrapa al que vea esta historia es la "fascinación", el ansia observadora de James Stewart, la mirada turbia de Kim Novak, el olor a muerte.

 "Vértigo" huele a corona de flores.

19 febrero, 2012

I will always love you



 Whitney Houston. Llego tarde, lo sé.

 Twitter, una vez más, ha tenido el honor de levantar la liebre con una de esas primicias que le reportan fama de ojo omnipresente y le proporciona otra victoria en esa batalla no declarada con la prensa, donde lo que importa, al parecer, no son los alrededores de la noticia sino la rapidez, el adelantarse. Twitter es tan rápido que los astrofísicos deben andar pensando en cambiar la medición de las distancias siderales. Puede que los años-luz pasen a ser "twitteos".

 La muerte de Whitney Houston fue Trending Topic (que es lo más de lo más) durante diez horas de velatorio continuado por parte de esa trituradora llamada Internet. En ese tiempo, la hallaron muerta, la red se conmocionó, hubo la habitual tormenta de condolencias de anónimos pero sobre todo de famosos, para, a continuación, la cosa decaer y acabar languideciendo. En ese período de tiempo, te descubren, te trituran y te escupen. Por lo visto, la velocidad con la que se propaga cualquier noticia es proporcional al cansancio que provoca y enseguida se convierte en obsoleta. Al cabo de un rato, la red social ya se ocupa de si le roban las bragas del tendal a Madonna o de la boda de Marta Ortega con el hombre que susurraba a los caballos.

 Al día siguiente de su muerte, yo iba conduciendo camino de mi trabajo a la par que descubría el concepto del zapping radiofónico. Todas las emisoras de música hablaban de ella y se esforzaban denodadamente (no sé que quiere decir esta palabra) en poner sus canciones pero, por aquello de ser un poco guays, nunca ponían las que yo quería oír, las típicas. No pusieron "I wanna dance with somebody", canción mítica de todas las fiestas musicales de colegio de los años ochenta (al menos en el mío) y que posee la alegría de una canción de Tina Turner. En una hora de trayecto tampoco sonó la canción dominguera de hoy, deben de pensar que está muy pasiegamente sobada o que la está poniendo en bucle la emisora de al lado. Quizá lo peor de este tema es cuando surge esa especie de saxo a lo Kenny G en los años noventa. Lo mejor, sin duda, es que con una pequeña base musical, se ceda todo el protagonismo a esta chica que hace con su voz lo que Roger Federer con su raqueta.

 Whitney Houston, que tanta prisa tuvo por recorrer los escalones de bajada, en una época pre-descarga, vendió millones de discos con esta canción perteneciente a la banda sonora de la película "El guardaespaldas". Incluso consiguió convertir en un éxito de taquilla extraordinario una película mediocre, tirando a mala, con un puñado de canciones.

12 febrero, 2012

The Immigrant- Nino Rota



 El tema dominguero de hoy pertenece a Nino Rota y a Don Corleone.

 Seguro que todos tenéis grabadas en la memoria esas primeras imágenes de "El Padrino" entre la penumbra infinita de su despacho, gato en mano, escuchando las peticiones en el día de la boda de su hija. Con sus dos oquedades negras en lugar de ojos y sus lugartenientes acercándose por detrás de su sillón y susurrándole algo al oído.
Recordé esas imágenes de inmediato al ver el vídeo del ministro De Guindos en acción, en el que, al parecer, es su hábitat natural: Bruselas. Uno está acostumbrado a ver en las películas a cualquier traficante que se acerca por detrás a algún mafioso y le susurra en la oreja: "Oye, tengo muy buen material" a lo que el mafioso responde: "Eso va a ser fantástico".

 Mira tú por donde y saltando de gremio, que nuestro ministro de rizo de calamar en la nuca tiene el mismo modus operandi que el traficante: se acerca por detrás al comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, y le susurra que la reforma laboral va a ser muy agresiva como quien muestra con alborozo un trofeo de caza. Olli Rehn, trasunto de mafioso, y sin mirarlo siquiera contesta: "Eso va a ser fantástico". No se sabe para quién. Nuestro "susurrador de orejas" podría haber dicho: "Queremos crear confianza en Europa y para ello leemos las entrañas de varias palomas tres veces al día. También te vamos a dejar aquí el muñequito de un español medio que con sólo mirarlo se le bajan los pantalones para que recuerdes hasta donde llega nuestra ansia de autoinmolación en caso de ser necesario para el bien común, que tampoco se sabe ya cual es". Olli Rehn, con la cara imperturbable del prestamista, como siempre, respondería: "Eso va a ser fantástico".

 El vídeo posee un acting maravilloso, la gestualidad es tan expresiva y dice tanto de ambos personajes que Lee Strasberg podría haber usado esta pieza maestra para dar clase en el Actor´s Studio.

 El principal reclamo de la reforma laboral de esta semana es la facilidad del despido, esto puede deberse a que con cinco millones de personas sin trabajo, no se despide suficientemente bien. Alguien habrá pensado que despidiendo más rápido y mejor, se va a generar empleo. Se desconoce quién es ese alguien. El caso es que el "susurrador" va a Europa a poner en práctica esa frase de "un general triunfador deja atrás los esqueletos de 300.000 soldados". Cuando estos señores arrastran a sus países al altar de sacrificio europeo, ni siquiera pestañean con los miles y miles de personas que dejan en la cuneta. Son como esos perros de caza que llevan la pieza abatida en la boca a su dueño mientras mueven la cola.

 La brillantez del susodicho vídeo ha puesto a la sombra un hecho insólito en el panorama español: tenemos un ministro que habla inglés. El resto de la semana ha sido de alto impacto en lo que a idiotez se refiere, si el 2012 va seguir generando estiércol a este ritmo, vaya año que nos espera.

 Primero la madre de Arantxa Sánchez-Vicario, que quiere llevarla a los tribunales porque no le gusta la versión que su hija ha hecho de su vida. Parece que la crítica no mola.

 Luego llegó Contador y su chuletón viajero. Hay que escuchar las declaraciones del dueño de la tienda que vendió la carne, un poco sorprendido de que le intentasen endosar el marrón. Tuvo que ir a declarar a Lausana y aguantar a los abogados de Contador intentando demostrar sin éxito que vendía carne con clembuterol mientras lo sentaban al lado del ciclista y este hacía como que no lo veía. Yo me atrevería a decir que Contador es un tipo sanote, como Indurain.

 A continuación, llegaron los franceses con su síndrome de abstinencia de ganar medallas deportivas. Los españoles, como siempre, despreciamos la elegancia del silencio, nos ponemos a la altura de nuestra propia estupidez y le damos rango de incidente diplomático a un sketch. Ante tal afrenta satírica nadie dijo lo único destacable del sketch: su falta de talento. Cuando haya un verdadero incidente diplomático, el gobierno español callará. Por lo visto, la crítica no mola.

 El colofón llegó con Garzón y su sentencia, que repele al más elemental sentido común. Se puso de manifiesto que respetar o acatar una sentencia no es lo mismo que estar de acuerdo con ella. Parece que poner en duda el resultado de un juicio es pecado, algunos han llegado a decir que dudar de la justicia pone en quiebra el estado de derecho. Yo creía que los jueces estaban sujetos a la vulgaridad de las pasiones humanas, que eran imperfectos o podían tener un mal día. Pero no. Son unos espíritus puros, cuasiperfectos y con un potencial divino que les permite reducir el error a cero. Por eso no se les puede criticar, sólo ver, oír y callar. Sobre todo, callar.

 Hace ya mucho que corren malos tiempos para la crítica.

05 febrero, 2012

Duke Ellington- Opening Theme



 Tomando como excusa la muerte del actor Ben Gazzara hace un par de días, voy a aprovechar para hablar de una película en la que él participo y que, a mi entender, es maravillosa. "Anatomía de un asesinato" es una película de jugar en equipo, donde todos y cada uno de los ingredientes que la componen son estupendos a nivel individual, viéndolos en conjunto, forman el cemento de una de las tres o cuatro mejores películas de juicios de la historia del cine para el que esto escribe.

 Veamos los eslabones que forman la cadena de esta historia uno a uno. Otto Preminger, el director de la película, no tiene el prestigio ni el nombre de otros. Si uno repasa su filmografía, comprueba que tiene el mismo número de obras maestras que esos "otros". Un tipo a reivindicar.
Un grupo de actores perfecto, con James Stewart a la cabeza, interpretando a un abogado de provincias, cínico, divertido, zorro, un virtuoso de la triquiñuela mucho más interesado en ir de pesca que en ejercer su oficio. Uno de esos tipos a los que las redes de arrastre de su vida les han ido quemando las huellas dactilares, que están agazapados y que cuando la vida les pone a prueba son capaces de dar la talla, que son verdaderamente buenos en lo suyo pero escasos de tragadera, por lo tanto, en la vida, eligen el acomodo discreto y el desencanto.

 Una fotografía con un blanco y negro portentoso acompaña la banda sonora de Duke Ellington. En los años 50, las bandas sonoras del cine clásico norteamericano estaban sobradas de fanfarria y orquestación por lo que la música de jazz de esta película debió de causar el mismo asombro que ver a Rajoy contestando a una pregunta. Duke Ellington incluso interpreta una escena, tocando el piano con James Stewart. El tema dominguero de hoy es la música que acompaña la pieza maestra que son los títulos de crédito de inicio de Saul Bass, un señor de un talento extraordinario.

 Posiblemente es uno de los artistas más influyentes (y menos valorado, exceptuando su gremio) del siglo XX. Sus diseños para "Psicosis", "Vértigo", "Con la muerte en los talones", "El rapto de Bunny Lake" y muchas otras películas puede decirse que han hecho historia. El invento de los títulos de crédito como pieza de diseño en la apertura de las películas casi le pertenece, convirtió el titular en un arte. Todas la empresas que hoy se dedican a fabricar las cabeceras de las series (algunas extraordinarias como "True Blood" o "A dos metros bajo tierra"), aunque plásticamente sean diferentes, de alguna forma son continuadores de un género al que Saul Bass dio carta de ciudadanía.

 Hoy dejo de postre un vídeo con muchas de las imágenes creadas por él, algunas, como "La edad de la inocencia" o "El cabo del miedo", de un minimalismo exquisito.

01 febrero, 2012

El Guardián

 Casi todos los expertos coinciden, más o menos, en datar el planeta Tierra en 4000 millones de años de antigüedad. Hace tan sólo 200.000 años, apareció en su superficie la especie más depredadora: el hombre. Pese a su aparente debilidad y su escasa maña a la hora de dibujar bisontes, lo fue conquistando todo. Mientras crecía el número de ciudades de luces parpadeantes, inventaba el ascensor para poder construir edificios siempre más altos e iba en aumento su nivel de colesterol, el depredador fue consolidando el concepto de "economía".

 Un día llegó el petróleo y todo se aceleró. Cualquier minucia de nuestra vida cotidiana pasó a derivarse del petróleo, con él llegaron las máquinas que, con un litro de combustible, trabajaban lo mismo que 400 personas. El auge de la tecnología provocó la muerte de la diversidad en nombre de la estandarización, dando comienzo a un estilo de vida totalmente dependiente del petróleo que provocará la génesis de un nuevo Dios: el consumo.

  Tengo una noticia: un día el petróleo se acabará.

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 Famoso discurso pronunciado en 1898 por el jefe Seattle de la tribu Suquamish:

"¿Cómo se puede comprar o vender el cielo, la calidez de la tierra?. La idea nos resulta extraña. Si no poseemos la frescura del aire y los destellos del agua, ¿cómo podemos comprarlos?. Para mi pueblo, todas las partes de esta Tierra son sagradas.
Esto es lo que sabemos: la Tierra no pertenece al hombre, el hombre pertenece a la tierra. Es lo que sabemos. Todo está tan relacionado como la sangre, que une a nuestra familia. La humanidad no ha tejido la red de la vida. Sólo somos uno de sus hilos. Si le hacemos algo a la red, nos lo hacemos a nosotros mismos. Todo está unido. Todo está conectado."

 
 Cuando Jonas Salk, científico de la universidad de Pittsburg, desarrolló la primera vacuna contra la polio (en 1952), no patentó el tratamiento para salvar vidas.
-No hay patente- dijo, ¿se puede patentar el sol?

 Si fuese posible, Donald Rumsfeld, Carlos Slim o Rupert Murdoch ya habrían tramitado la solicitud para patentar nuestra estrella favorita: el sol. El jefe de la tribu Suquamish vivió en una época donde las personas morían por unas ratas infectadas, un virus desconocido o una peste. Un árbol, un río o una catedral sobrevivían a varias generaciones de una familia, las personas eran efímeras y la naturaleza perduraba. Ahora ya somos poderosos, hemos alcanzado la capacidad de suicidarnos como especie y no sólo por la energía nuclear, que también. Entre los países que fabrican algo y los países que lo consumen, hay miles de kilómetros. Nuestros motores de combustión calientan la tierra mientras derriten las cumbres del Himalaya. El paso del Noroeste en el Ártico se está abriendo al tráfico marítimo. Pronto, en verano, esas aguas quedarán libres de hielo varios meses al año. Al parecer, esto es inaudito, se están viendo superadas las predicciones de los científicos más pesimistas.

 Somos parásitos destructores. Sobrevolamos el Amazonas y vemos las calvas de la deforestación que se han convertido en símbolos de hasta donde la avaricia y la tecnología ha hecho que pasemos de sentirnos pequeños y aterrorizados por la naturaleza a ser verdugos y provocar miedo. La crisis económica ha convertido la preocupación por el medio ambiente en un lujo superfluo y eternamente aplazable. Lo urgente (la economía) no deja tiempo a lo importante (cuidar ese recipiente que necesitamos para vivir, la atmósfera). Vivimos en el corto plazo, para qué vamos a pensar ahora en los fenómenos migratorios del futuro. A nadie importa que se calculen 200 millones de refugiados climáticos antes de 2050 debido a la imposibilidad de subsistir en su región. Nadie valora la importancia del aire hasta que le aprietan la garganta. Nuestra tremenda ignorancia convierte a la humanidad en perecedera.

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 Hoy quería traer hasta aquí una serie de fotos que hablan de todo lo anterior. El matrimonio formado por Robert y Shana Parkeharrison publicaron en el año 2000 un libro de fotografías llamado "The Architect’s Brother". Sus imágenes, con una puesta en escena muy elaborada y unos decorados que, a menudo, tardaban meses en construir, pretenden hacernos reflexionar sobre la destrucción que el hombre provoca en el paisaje, de cómo deberíamos protegerlo y conservarlo aunque ya todos los científicos apuntan que es demasiado tarde. Construyen una especie de cuentos o fantasías medioambientales con unos escenarios marcados por la tecnología, el exceso de uso y la destrucción.

 En todas las fotografías aparece una especie de "guardián" omnipresente que parece tener un vínculo total con la naturaleza, un "hombre de negro", que se asemeja a un curandero trajeado, y que interactúa con los paisajes por medio de extrañas máquinas que parecen recién salidas de las primeras películas de Jean Pierre Jeunet o de "Metrópolis": una aguja de coser gigante que repara las costuras del planeta (Mending the Earth), un traje de globos de agua que apaga incendios (Burn), una máquina que alimenta los campos (The Sower) o una huerta donde crece la energía que procede de la tierra (Night Garden).

 Todas estas imágenes forman el mosaico de un único retrato, el de la Tierra. Cada una de esas fotografías retrata su ansiedad. Todas son en blanco y negro o sepia y parecen tener delante una cortina de ceniza apocalíptica. Los dos protagonistas de "La Carretera" de Cormac McCarthy encajarían a la perfección en el mundo ideado por estos dos fotógrafos.

 Lo más atractivo, para mí, de esta serie de fotografías "soñadas", surrealistas o como se las quiera denominar, es su ausencia de temporalidad. No tienen datación, bien podrían pertenecer al futuro que nos espera, pero también a un pasado muy lejano. ¿Y si el "principio" (génesis) fue así?. Para los creacionistas, los aficionados a la abstinencia sexual como método anticonceptivo y los seguidores del "Tea Party", es indiscutible la identidad del "guardián". Para aquellos más afines a Darwin, pueden vestir al "hombre de negro" con un traje de mono de los que usaba Kubrick al principio de "2001, Una odisea del espacio".

 Como siempre, dejo un enlace para aquel que quiera ver el resto de las fotos.


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