30 abril, 2015

 photo lisette-model-lower-east-side-new-york-1940_zpsokaljug6.jpg

 Lower East Side, New York, 1940 | Lisette Model (1901- 1983).

28 abril, 2015

Retorno al pasado

 photo 221- Retorno al pasado_zpsf45rsvhf.jpg

 Mayo de 1925. Una nevada obliga a suspender la corrida de toros de la feria de San Isidro y Hemingway se encierra en su pensión de Madrid. Escribe tres relatos. Uno de ellos, ‘Los asesinos’, narra la historia de dos pistoleros que se presentan en una pequeña localidad rural y preguntan por el Sueco. Algo debió de hacer en el pasado. Vienen a matarlo. En 1946, Robert Siodmak rueda ‘Forajidos’ utilizando el material de Hemingway para el inicio de su película. Burt Lancaster interpreta al Sueco, ese nihilista cansado de serlo que se deja matar por aburrimiento y porque ha perdido a Ava Gardner, motivo mucho más decisivo que el nihilismo, claro. Un año después, Jacques Tourneur dirige ‘Retorno al pasado’ y ya imaginan cómo arranca el asunto: alguien llega a un pueblo perdido en busca de un tipo. Jeff Bailey (Robert Mitchum) regenta una gasolinera en medio de ninguna parte, donde procura extraviar el pasado, al tiempo que airea sus recuerdos. No se hace ilusiones. Sabe que tarde o temprano tiene que suceder lo inevitable: rendir cuentas.

 Así comienza un flashback en el que el protagonista cuenta su historia. Un mafioso contrata los servicios de un detective (Mitchum) con la intención de encontrar a su amante y solventar la menudencia que los ha separado: la chica le ha pegado cuatro tiros y, de propina, ha distraído 40.000 dólares. Mitchum le sigue la pista hasta Acapulco y aguarda con paciencia en el bar de la plaza. Ya aparecerá, piensa. Está en lo cierto, la entrada de Kathie Moffat (Jane Greer) en la película es una aparición. La calle rebosante de luz, el interior oscuro; ella entra, a contraluz, con un vestido blanco y una pamela. Ni siquiera necesitamos ver el rostro del detective para saber que su destino está sellado. Ninguna gabardina del cine negro te puede proteger de Kathie Moffat y su afición a regalar callejones sin salida.

 Tras el flashback, comienza otra película que apura todos los vericuetos del género. Traición, fatalismo, crimen, diálogos de picahielo y una ambigüedad más retorcida que un sacacorchos. ‘Retorno al pasado’ es, probablemente, uno de los mejores títulos de la historia del cine negro, pero lo de Acapulco… es otra cosa. Esa breve evocación posee el misterio y la fascinación de ‘Vértigo’.


                                                                                (Publicado en La Voz de Galicia)

26 abril, 2015



  'Im Abendrot', Four Last Songs, Richard Strauss (1864- 1949) | Performed by Elisabeth Schwarzkoph (1915- 2006).

24 abril, 2015

 photo Garry Winogrand_zpsdkbns6sl.jpg

 Women are Beautiful, Los Angeles, 1970s | Garry Winogrand (1928- 1984).

22 abril, 2015

Memories of murder

 photo Memories of murder_zpsvwdpx0vk.jpg

 ‘Memories of murder’ abre con la siguiente frase: «Basada en la historia real de una investigación criminal no resuelta en la época de la dictadura militar». A continuación, vemos a un policía que llega a la escena de un crimen, sentado en el remolque de un tractor. Estamos a finales de los ochenta en un lejano pueblo del interior de Corea del Sur donde han aparecido mujeres muertas entre los cañaverales.

 El gobierno envía a un detective especial desde Seúl para colaborar con un agente local y atrapar al asesino en serie, aunque, como anuncia el rótulo inicial, fracasan. El desenlace es revelado desde el principio, porque al director de la película le interesa más mostrar la realidad social y la asfixia de la dictadura que resolver el caso. El relato se centra, por tanto, en la descripción del ‘procedimiento’, que incluye pruebas falsas que incriminan a inocentes, palizas, torturas en los interrogatorios y asuntos de índole parecida que tanto entusiasman a los regímenes totalitarios. El siniestro sentido del humor con el que Bong Joon-Ho retrata una sociedad de casas con interiores desangelados, coches que se averían continuamente, lluvia obsesiva y ciudadanos indefensos ante los abusos de poder, roza el absurdo. Y precisamente, del atinado balanceo entre la sordidez dramática de los asesinatos múltiples y la bufonada pazguata, surge la musculatura de la película. Ese equilibrio tan complicado es su gran acierto.

 Pocas cosas se oxidan tan rápido como una obra de arte que pretende denunciar un sistema político y además se toma en serio a sí misma. Por eso la crítica feroz respira mejor a través de la risa. Ahí están para demostrarlo ‘El gran dictador’ y ‘Ser o no ser’, esas dos navajas suizas que despellejaron la soberbia y la bisutería del nazismo sumando carcajadas. Nadie explica mejor la capacidad destructora del humor que aquel figurante disfrazado de Hitler en la película de Lubitsch al que el director de la obra de teatro le reprocha su escaso parecido con el dictador: «¡Mire el retrato del Führer! ¡No se parece en nada! ¡Parece usted un hombrecillo con bigote!» A lo que el actor, con la humildad de una sentencia sumaria dictada en voz baja, replica: «Hitler es un hombrecillo con bigote».


                                                                                  (Publicado en La Voz de Galicia)

19 abril, 2015



 'Down Under' | Men at work.

17 abril, 2015

 photo Carretera 66  Arizona  1953  Andreas Feininger  1906  1999_zpszgxsv1sx.jpg

 Carretera 66, Arizona, 1953 | Andreas Feininger (1906- 1999).

15 abril, 2015

La gran estafa

 photo Varrick 1_zpslpwv0lgq.jpg

 Puede que el responsable de traducir el título de esta película sea uno de los hombres más perspicaces y capacitados de la industria del marketing. Quizá. Aunque ‘La gran estafa’ no parece un bautizo glorioso para una historia en la que no hay estafa. Su encabezamiento original es ‘Charley Varrick’, nombre del personaje interpretado por Walter Matthau: un piloto de avioneta fumigadora muy alejado de aquellos papeles de embaucador socarrón que hacía con Wilder. Cuando Matthau aparca su retranca legendaria y adopta un registro serio puede convertirse en el tipo más pragmático del mundo; para muestra, el rótulo de su empresa: «Charley Varrick, el último de los independientes». Peckinpah lloraría de envidia ante semejante título nobiliario.

 Todo el asunto fumigador es, en realidad, una tapadera. Matthau lidera un grupo que se dedica a atracar pequeñas sucursales sin llamar demasiado la atención hasta que tienen mala suerte en un banco de Nuevo México. El trabajo se tuerce, casi toda su banda muere en el asalto y el dinero del botín resulta ser de la mafia, que envía a uno de sus asesinos para encontrar a Varrick y ajustar cuentas. Este inicio fulgurante, como le gustaba a Don Siegel, está narrado sin florituras ni aspavientos. Siegel desconoce lo que es rodar planos superfluos. Su cine es sencillo y directo como una frase sin adjetivos. ¿Qué mayor cortesía puede tener con el espectador? Este talento para la concisión narrativa se suma a unos diálogos que parecen salir de una de esas novelas de George V. Higgins que tan bien retratan el lumpen, y un estilo próximo a Peckinpah, con su humor negro y sus explosiones de violencia, aunque sin sus característicos ralentís.

 Matones de regate corto, falsificadores de documentos, delatores, todos trapichean para atrapar al personaje principal a cambio de una pequeña mordida. Cuando uno vive rodeado de cazadores hay que procurar parecerse lo menos posible a una perdiz y el protagonista se comporta con la astucia del trampero indio, hasta que da con una solución que le permita desaparecer con el dinero y disfrutar de un retiro desahogado y sin preocupaciones. Charley Varrick no confía demasiado en el sistema de pensiones. Por algo es el último de los independientes.


                                                                                 (Publicado en La Voz de Galicia)

12 abril, 2015



 'Mahler: Ich bin der Welt abhanden gekommen [Rückert-Lieder]' | Performed by Violeta Urmana. Títulos de crédito finales de 'The trip to Italy' [Michael Winterbottom].

10 abril, 2015

 photo Gales_zpsyucrh4wn.jpg

 Dos hermanos cruzan el río Ogmore, Gales, 1937.

07 abril, 2015

La linterna roja

 photo Red Lantern 1_zpsf2w3mobs.jpg

 A principios de los noventa, cuando la era del soporte fotoquímico comienza a vislumbrar su finiquito y las imágenes generadas por ordenador preparan la colonización, Zhang Yimou rueda ‘La linterna roja’ con el rigor y la exigencia de una manera antigua de entender el cine: capturar la realidad de lo que se coloca delante de la cámara sin parafernalia ni artificio. Aquí no caben hobbits, magos con gafas o avatares digitales.

 La película abre con un primer plano del rostro de Gong Li. Su padre ha muerto y decide aceptar la oferta de ser la cuarta concubina de un rico señor feudal. Muy pronto, el castillo que comparte con las otras tres esposas, cada una de las cuales vive en una casa independiente, se revela como un territorio hostil. La competición por ser la favorita y obtener así mayor influencia y privilegios convierte su nuevo hogar en un escenario de intrigas palaciegas y relaciones de poder donde el arte del disimulo y la fina traición doméstica están a la altura de ‘El padrino’. Al caer la tarde, el señor siempre elige con cual va a pasar la noche, ritual escenificado por una lámpara china de color rojo que se deposita delante de la puerta de la elegida. «Pronto te acostumbrarás», le dicen los criados a la nueva esposa con certeza darwiniana o, quizá, en realidad, anunciando una condena. Esta lucha por la supervivencia tiene como localización única el palacio, la cámara no sale nunca de ese recinto cerrado. Las cuatro mujeres se asemejan a un pez que da vueltas y vueltas en una pecera sin hallar la salida y conformándose con vivir de las migajas: son objetos a disposición del dragón.

 ‘La linterna roja’ es un estudio sobre la sumisión, la envidia y la desesperación por esquivar la soledad. El recorrido de la protagonista está contado en tres estaciones que delimitan el paso del tiempo. Gong Li llega en verano, alegre, con un espléndido kimono blanco que la amargura del otoño torna en negro y el invierno transforma en rojo. Un kimono que adjetiva el estado de ánimo y que rima con la arquitectura visual de la película. Los colores, la luz, la simetría rotunda de los encuadres y la forma en que se divisan unas estancias desde otras, como si la cámara se situase en uno de esos puntos de fuga que Vermeer elegía cuidadosamente en sus pinturas de interior, fabrican un traje con fotogramas de alta costura para una historia en la que Zhang Yimou logra el equilibrio más difícil: un preciosismo extremo que sostiene la película en lugar de devorar su sencillez.


                                                                                               (Publicado en La Voz de Galicia)    

05 abril, 2015



 'As I Sat Sadly by Her Side' | Nick Cave & the Bad Seeds.

02 abril, 2015

 photo Werner Bischof A man looking at the ruined city_zpsicajyt9s.jpg

 A man looking at the ruined city, Frankfurt, Germany, 1946 | Werner Bischof (1916- 1954).