10 noviembre, 2011

Yakuza

 Hoy traigo una película de películas. Una historia que habla de gente antigua, de tipos que viven rodeados de neones y novedades tecnológicas pero que no han adaptado su forma de pensar a los estándares de la época en la que viven. Sus códigos éticos y morales pertenecen a un tiempo que ya no existe. Sobrevolaremos un montón películas pero habrá una que las condense a todas:
Yakuza. Sidney Pollack. 1975.

Photobucket

 Tras un breve prólogo, la película comienza con un travelling lateral que nos va mostrando unas plantas hasta que llegamos al rostro de Harry Kilmer, un rostro que pertenece a Robert Mitchum con su cara de pomo de puerta y su mirada eternamente cansada. Un minuto después hay otro travelling lateral de similares características al anterior que nos presenta a otro personaje: Eiko. La planificación de la película nos los presenta exactamente igual, dándonos a entender que existe algún tipo de unión entre ellos.
Harry Kilmer estuvo destinado en Japón durante la segunda guerra mundial y le salvó la vida a Eiko. Terminada la guerra, el hermano de Eiko vuelve a casa y descubre que su hermana tiene una relación con un americano, un enemigo, y además ese americano le ha salvado la vida con lo cual ha adquirido una "deuda" con alguien que detesta, se ha convertido en eterno deudor de su enemigo. Los japoneses lo denominan "Giri", que traducido significa "carga", la "carga" más pesada de llevar. El hermano de Eiko se llama Tanaka Ken, el hombre que nunca sonríe. Un solitario, un tipo hierático que no da ni recibe órdenes de nadie.

 Transcurren veinte años y Harry Kilmer vuelve a Japón. Ni siquiera sabemos por qué se ha marchado. Los guionistas de esta historia, atravesada por un cierto poso de tristeza y romanticismo, hacen que sea más importante lo que se nos omite que lo que se nos cuenta. Vemos la punta del iceberg pero, según avanza la película, nos vamos dando cuenta de que debajo, oculto, hay un trozo de hielo enorme que descubrimos gracias a las migajas de información que se nos van suministrando. Gracias a este recurso, los guionistas hacen que el pasado adquiera un peso específico y una importancia capital a pesar de que no sepamos qué demonios ha ocurrido. Los tres personajes están unidos por un vínculo: el pasado o, más bien, el peso del pasado. Los tres están vivos, pero viven en un tren que ya han perdido, el de sus recuerdos.
 
Photobucket

 Todo lo anterior corresponde a los primeros minutos de la película. Harry Kilmer llega a Tokio, esa ciudad de estanques silenciosos donde se oye el sonido de las gotas de la lluvia, de jardines con una armonía especial, de interiores minimalistas, de ceremonias del té, de dedos cortados y de deudas que atraviesan océanos de tiempo. Vuelve para rescatar a la hija de un amigo suyo que han secuestrado los yakuza. Esta situación sólo sirve para que la película tenga un punto de arranque que sirva como excusa, lo que le interesa al guión es poner de relieve las diferencias entre lo nuevo y lo viejo, entre oriente y occidente. En un momento de la película, uno de los personajes dice: "Si un americano se vuelve loco, abre la ventana y dispara a la gente. Si un japonés se vuelve loco abre la ventana y se mata él. Aquí todo es al revés".

 En efecto, el Japón moderno y vanguardista convive con ese otro mundo antiguo regido por gente con su concepto ancestral de la justicia y que la aplica según sus códigos de honor. Un mundo donde lo verdaderamente importante es el honor, la culpa, la redención y su expiación ritual, poblado de gente que tiene promesas que cumplir, pese a quien pese y pase lo que pase. El "deber" lo es todo.
Tanaka Ken es uno de esos tipos, un hombre atormentado, un resto de otra época, un hombre antiguo que vive según los códigos del pasado. Un Yakuza.
Harry Kilmer ha vuelto para reclamar la "deuda" que le debe Tanaka Ken, pretende que le ayude a liberar a la hija de su amigo con lo cual, a su vez, él también adquiere una "deuda" con Ken, algo que no le hace mucha gracia.
 
Photobucket

 Paul Schrader y Robert Towne son los guionistas de esta historia sobre el peso del compromiso, donde el concepto de culpa casi se hace físico y que retrata el fin de una época. Todos los personajes de la película tienen hijos y los van perdiendo a medida que avanza la historia, dándonos a entender que son los últimos supervivientes de un tipo de gente destinada a desaparecer. Una especie casi extinguida que se ha quedado sin herederos.

 Al principio de este post he escrito que esta es una película en la que se pueden rastrear muchas otras. Hay una escena en la que la cámara, de forma desquiciada, sigue a Harry Kilmer por un pasillo de forma que previene al espectador del estallido de violencia que va a suceder a continuación. Esta escena es un esbozo de la escena del pasillo de "Taxi Driver" donde Robert de Niro va asesinando gente de forma alucinada. "Taxi Driver" se rodó un año después de esta película. El guionista era Paul Schrader.

 Hay un concepto técnico a la hora de encuadrar - ya sea una película, una fotografía o una pintura- denominado "aire" que todos los cineastas suelen utilizar, en general, de forma ortodoxa. Imaginad que estáis rodando una conversación de dos personas en plano corto. La forma correcta (convencional) de hacerlo sería encuadrar a esa persona un poco hacia un lado y dejar un espacio vacío (aire) que suele coincidir con la dirección de la mirada de esa persona. Cuando haces el plano del otro personaje debería tener, tanto la mirada como el aire, hacia la dirección contraria para que una vez que se van alternando los planos y el diálogo en el montaje, el espectador lo perciba como dos tipos, uno enfrente del otro, que hablan de forma ordenada y en un espacio que, aunque fragmentado, nos resulta natural. Como todo esto es un lío explicado así, dejaré más abajo un par de fotos donde todo se explica por sí mismo.
Digamos que si encuadras a un personaje mirando hacia un lado y su nariz casi toca el borde del encuadre, lo estás haciendo mal, estás encuadrando al revés y, tal como es el mundillo del cine, enseguida se te considerará unánimemente un mentecato. Es una simple cuestión de caligrafía visual y, según la ortodoxia predominante en aquel momento, había que escribir sin faltas de ortografía, por supuesto. Hasta que llega un tipo y lo hace.

Photobucket Photobucket

 Ese tipo era Polanski y, arriesgándose a que todo el mundo lo considerase un merluzo, rodó una secuencia entre Jack Nicholson y Faye Dunaway con el "aire" cambiado en una película titulada "Chinatown". Los dos estaban al revés en el encuadre, de forma que al alternarse los planos en el montaje sus caras se iban acercando hasta que casi se tocaban, dándonos a entender su acercamiento emocional a través de la planificación técnica de la película. En cosas como esta consiste dirigir. Este recurso se convirtió en un hallazgo que corrió como la pólvora en su momento (mediados de los setenta) y, como siempre acaban estas historias, en lugar de ser una metedura de pata se consideró un golpe de genio de Polanski.
No sé de quien fue la ocurrencia, el mérito se lo llevó Polanski. Lo que sé, es que "Chinatown" se rodó un año antes que "Yakuza". El guionista de "Chinatown" era Robert Towne. Hacia el final de "Yakuza" hay una secuencia exactamente igual. Harry Kilmer, un occidental con unos valores parecidos a los de los japoneses, y Tanaka Ken son dos tipos que empiezan alejados y poco a poco se van acercando, nunca llegarán a apreciarse pero en su aventura y con desgana van forjando un vínculo poderoso de acuerdo a los valores de ambos, el del respeto, el del honor.
Son opuestos pero iguales.

 El final de la película sigue a rajatabla los patrones típicos de las películas del oeste. Cuantas veces hemos visto esa situación donde el protagonista con su pistola como única compañía se dispone, en desigualdad evidente, a enfrentarse a una banda de forajidos o a todo un pueblo en uno de esos duelos memorables de resonancia mitológica. Es una especie de "Sólo ante el peligro", salvo que en lugar de uno son dos. El clímax final es un duelo emocionante, áspero, de tiempo dilatado y pestañeo escaso. Tiene la misma carga de adrenalina, de intensidad, que el final de "Sin Perdón" otra película donde el pasado toma la forma de un vaso que se va llenando y llenando hasta que desborda.

 Harry Kilmer y Tanaka Ken van hacia un sitio donde les espera una muerte casi segura. Van porque tienen que ir, no lo conciben de otro modo. En ese duelo memorable, Tanaka Ken mata a tantos yakuzas que uno llega a perder la cuenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario