Ahora es muy frecuente ver a parejas que entran en un bar, aterrizan en una mesa y fijan la vista cada uno en su teléfono como si estuviesen descifrando una secuencia de ADN. Se sientan juntos para estar separados. Cada vez que observo ese ritual de aislamiento patrocinado por esos aparatitos milagrosos llamados smartphone, pienso en esa obra maestra del desasosiego titulada ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’, y en ese médico que regresa a su pueblo y se encuentra una extraña invasión alienígena que está suplantando a todos los habitantes con réplicas exactas desprovistas de emociones. Los nuevos facsímiles no sienten amor, odio o miedo: son iguales y deshumanizados, cambian la fantasía y las pasiones por el conformismo y la inhibición, mientras van creciendo en número y llenando el pueblo de niños que no juegan y adultos automáticos.
En esta obra de la ciencia ficción americana de los años 50 no hay monstruos ni sangre, no hay muertes, tiros ni violencia: el terror surge de la atmósfera inquietante. Todavía recuerdo el espanto que me provocó, siendo niño, la frase que pronunciaba el protagonista en su huida sin fin: «Te atrapan cuando estás dormido». Ese mundo sin preocupaciones (sin ellas la vida es más sencilla, afirman los suplantados) se parece al deseo perverso de la economía global: convertirnos en muertos andantes cuya función principal sea consumir por el bien común. Procuramos ser tan diferentes que compramos la ropa en las mismas multinacionales, acudimos a los sitios de moda y nos esforzamos en opinar igual o lo contrario, que es otra forma de opinar igual. Un empeño por uniformar el mundo que no es más que un lavado de cerebro colectivo sobre el que uno no debe dar la voz de alarma. Puede ocurrirle lo que al protagonista y acabar desquiciado en una autopista gritando no se qué de una invasión que nadie escucha y a nadie importa.
La escena en la que todo el pueblo se acerca de forma sincronizada para recibir una de esas vainas con las que clonar a otros humanos genera la misma turbación que observar la cola de la tienda de Apple tras el lanzamiento de un nuevo producto. Como los ladrones de cuerpos, estas nuevas máquinas se aprovechan del insomnio colectivo, también te atrapan mientras duermes despierto.
(Publicado en La Voz de Galicia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario