17 junio, 2012

Senza Fine



 Gino Paoli.

 Senza Fine es una canción de un romanticismo inevitable para cualquiera que haya visto la película a la que pertenece: "Avanti", dirigida por un señor llamado Billy Wilder, un tipo que suele aparecer a menudo en este pequeño blog del arrabal virtual. Sus películas son como una ventana por la que entra la brisa y airea todas las miserias del ser humano con el arma más crítica inventada hasta la fecha: la risa. Aunque, a menudo, sea una risa atragantada.

 "Avanti" es una película de perfil bajo, oculta detrás de la ristra increíble de obras colosales y famosas - El Apartamento, Con faldas y a lo loco, Perdición- que forman la filmografía de Wilder. Aquel que se acerque a esta película, encontrará que, a veces, en lo oculto está lo maravilloso. Para el que esto suscribe, es una joya de la historia del cine.

 Jack Lemmon se disfraza de Wendell Armbruster Jr, un industrial americano melindroso y remilgado que predica la exaltación continua del beneficio, algo tan usual ahora que ya nos parece "lo normal". Todo lo mira con ojos de criterio economicista, por lo cual, la vieja Europa se le asemeja a un nido de vagos con pocas ganas de trabajar que disfrutan de siestas demasiado largas. Así nos veían los americanos en los años 60 y 70. Esto último, que parece tan rancio y anticuado, está sucediendo ahora mismo cuando Alemania y los países del norte, acusan a los países mediterráneos de ser demasiado proclives a la buena vida y a "producir" poco.

 Wendell Armbruster, llega a Ischia, una isla rodeada de un color azul ultramar que se instala apaciblemente en tu memoria y, sin él saberlo, el aire va entrando en su vida. En Ischia ocurre de todo, hay camareros que dominan el arte de la fotografía polaroid y encargados de helipuerto que salen a la pista de aterrizaje con un plato de spaghetti en la mano. El protagonista va, poco a poco, abriendo los ojos y termina por darse cuenta de que era un principiante en el arte de vivir.

 Muchos cineastas se cuestionan la realidad, la inventan u ofrecen historias donde intentan encontrar las preguntas adecuadas de su tiempo. El cine de Billy Wilder, en cambio, ofrece respuestas. Uno sólo ha de fijarse en los detalles. Si a uno le preguntan en qué consiste la burocracia, bastará con ver la escena del tanatorio donde un funcionario que guarda su sombrero en el portapaquetes de una vespa, estampa cuños por cuatriplicado a la velocidad inaudita de un percusionista.

 Billy Wilder puede explicar en qué consiste la censura mediante dos calcetines negros. Si alguien no sabe definir en qué consiste la retranca gallega sólo debe fijarse en Carlucci el mejor gerente de hotel que nunca haya existido. También puede aprender el arte de litigar viendo a la familia Trotta, los mafiosos napolitanos dueños del viñedo de esta historia, ninguna serie americana de juicios podría superarlos.

 Wilder y su otro cerebro (su amigo y guionista Diamond) nos enseñan acerca del tiempo y de lo importante que es malgastarlo en menesteres que merezcan la pena. A Ischia acude gente que dedica once meses al año al resto de la sociedad y se reservan uno para ellos. Son capaces de explicar sin una sola palabra cómo un tipo puritano va dejando atrás su antigua vida enseñándonos cómo se va escurriendo su bañador al nadar. Son tan buenos que pueden retratar la ingenuidad a través de una manzana.

 Que nadie se pierda la escena del beso en la báscula, donde aparecen cada uno con una parte del pijama puesto. Si Lubitsch la hubiese visto, sonreiría con el orgullo del profesor que se ha visto superado por su alumno.

 En Ischia, Wendell Armbruster hereda un adulterio de segunda generación y aprende a vivir.

3 comentarios:

  1. He visto el vídeo 17 veces y leído el texto por lo menos 3, y ahí está todo. Mi respuesta preferida: el amor adelgaza. Billy Wilder conocía a las mujeres como nadie.

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  2. No sé si conocía a las mujeres como nadie pero, al terminar muchas de sus películas, siempre te invade la sensación de que has aprendido algo. Al menos lo crees.

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  3. A vivir. Él debía de saber bastante de eso.

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