El vídeo que he dejado encima pertenece a la película "Blade Runner", esta es su historia: El dueño de la Tyrell Corporation (una especie de Steve Jobs), es tratado como un Mesías, un “Creador”, un nuevo Dios capaz de fabricar al hombre. Sus creaciones, a las que denomina replicantes, son indistinguibles (presume de ello) con una sola diferencia: crea réplicas con fecha de caducidad.
¿Quién es realmente más humano el original o la réplica?, ese es el tema de la película. Los test para distinguirlos buscan indicios en las emociones pero ¿acaso no tienen más emociones las copias que los originales? ¿los interrogadores del test son más humanos? La película nos dice que en esa comparación, el humano fracasa.
Al final de la historia, Roy Batty nos demuestra que su grado de humanidad es bastante más elevado que el del resto de los tipos nacidos de otra manera pero no mejor. Puede que el momento en el que Roy Batty inclina la cabeza y muere sea uno de los momentos más hermosos de la historia del cine. Él quiere tiempo, pero se apaga sin que nadie le ofrezca una prórroga.
Todo este preámbulo, viene a colación por las declaraciones que hizo el Fondo Monetario Internacional la pasada semana. Según el FMI, es necesario que se recorten las pensiones y se retrase más la edad de jubilación ante "el riesgo de que la gente viva más de lo esperado". El riesgo de que la gente viva más de lo previsto es, lo adivináis… insostenible, palabra de moda. No les cuadran bien las cuentas si nuestros ancianos no se mueren a la hora debida.
Hace ya mucho que vivimos en un capitalismo desenfrenado que devalúa a los seres humanos. En todo el planeta, la gente vale cada vez menos. Si todo lo que nos rodea se mide con criterios economicistas, está prohibido preocuparse por las personas, si, aún peor, supone una amenaza para sostenibilidad de las finanzas públicas ya no digamos. Cualquier ingenuo pensaría que la adecuada gestión de las cuentas de un estado tiene como fin que sus ciudadanos vivan con un aceptable estado de bienestar, pues bien amigos, la cosa es al revés, es necesario que la gente viva peor porque lo verdaderamente esencial es que las cuentas cuadren.
El FMI, con esta afirmación que no tiene nada de gratuita, ya nos abre una ventanita para que veamos el mundo que nos espera. Veamos un ejemplo que ilustre la forma de aumentar las tragaderas del personal. Pongamos el copago, otra perdiz mareada.
Primero se menciona la bicha pero nadie lo reconoce, de momento está prohibido decirlo abiertamente, antes hay que desgastar el asunto para que no sea tan evidente que se quiere hacer pagar a la gente dos veces por lo mismo. Nadie habla claramente de ello pero está en el ambiente, todos los políticos rehúyen el tema pero no en privado, la prensa marea la perdiz, todo se amplifica (no hay nada más fácil que no hablar de ello para que siempre te pregunten por lo mismo) y, al final, la insistencia, la repetición y el aburrimiento (esta es la clave, la gente cansada de oír una y otra vez lo mismo entra en una apatía donde ya le da igual el destino de la perdiz) transforma lo prohibido en cotidiano y se convierte en políticamente asumible y discutible. A continuación, con el melón ya abierto, empieza la demolición.
Al final, parece que la propia inercia de los acontecimientos nos ha traído hasta aquí pero todo obedece a una estrategia previamente planificada. Cuando el FMI habla de "el riesgo de que la gente viva más de lo esperado" no hace otra cosa que poner en marcha otra inercia, mencionar la bicha. Empieza a allanar el terreno de otro tema presuntamente tabú: retrasar más la edad de jubilación y reducir el dinero de las pensiones debido a que no nos morimos lo suficientemente deprisa.
Estos burócratas del FMI, obscenos e impresentables que, en la película de Ridley Scott trabajarían sin duda en la Tyrell Corporation, abogarían por llevar la obsolescencia programada a los humanos ya que no hay forma de que mueran a tiempo. Para ellos, sería ideal que fuésemos como los Nexus 6 de "Blade Runner" que, llegado el momento propicio, caducásemos y nos apagásemos.
¡Es! uno de los momentos más hermosos de la historia del cine. De los 10 más hermosos.
ResponderEliminar¿Y cuales son los otros nueve?. Subjetivamente hablando, por supuesto.
ResponderEliminar¡Hala! Pregunta difícil. Habrá que pensarlo. ¿O pueden ser hoy diez y mañana otras diez?
ResponderEliminarPueden ser las que quieras. Y se puede cambiar de chaqueta, que para eso es el tiempo... para cambiar de humor, de catarro, de opinión, de escenas favoritas...
ResponderEliminarMejor no pensarlas. Mañana quedarían en tres.
ResponderEliminarAtticus en el porche en "Matar a un ruiseñor"
La borrachera de la piscina de "Historias de Filadelfia"
El vendedor de globos volando de "Milagro en Milán"
El final de "Perdición"
Paul Newman y su chica en la bici en "Dos hombres y un destino"
Cualquiera del descenso del submarino de "Das boot"
El baile en el granero de "Único testigo"
Steve McQueen, las cuestas y el motor del Mustang en "Bullit"
Mary-Kate Danaher y Sean Thornton aprendiendo a ser novios en "El hombre tranquilo"
Mañana ya es hoy y ni siquiera quedarán tres. Cometí un error de partida porque se trataba de elegir "momentos hermosos" que estuvieran a la altura de la muerte de Roy Batti, con ese grandiosísimo "todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia", y no de "escenas memorables", que fue básicamente lo que apunté en la lista anterior. Así que sin más, elimino todas menos Atticus en el porche y el vendedor de globos.
ResponderEliminarEs una lista muy buena. Yo suscribiría varias de esas escenas. Lo realmente difícil es reducir una lista a diez... incluso a veinte...
ResponderEliminarAhora tú
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