16 octubre, 2013

Un cuento chino

 Una vaca cae del cielo en China y el caos sobreviene en una pequeña ferretería de Buenos Aires. Esta vaca voladora, que Hitchcock denominaría McGuffin, es el detonante que lleva a un chino hasta Argentina en busca de un pariente desaparecido. Huérfano de idioma e incapaz de manejarse en un país extraño, se convierte en la garrapata particular del dueño de la ferretería, un tipo que adorna sus respuestas con la brevedad de un epitafio. Bendecido con un estilo único a la hora de maldecir, sus cabreos alcanzan enormes cotas de virtuosismo.

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 La figura del cascarrabias profesional se encuentra actualmente en franco declive y no goza de la apreciación popular que debiera, a pesar de que sus incondicionales afirman que posee la extraña cualidad de hacer el bien a la contra, como si su mal carácter lo obligara a ser buena gente. El ferretero de esta película, solitario y huraño, sigue este mismo patrón: su estilo de vida consiste en habitar un ángulo muerto. Acostumbrado a su parapeto, reposa tranquilo en su oscuro habitáculo de ermitaño hasta que llega alguien, enciende la luz y transforma la película en una historia con el aroma de Frank Capra.

 ‘Un cuento chino’ es una película cercana, discreta, casi diminuta. Lo valioso reside en su sencillez. Con una puesta en escena tranquila y sin estridencias, lo fía todo a la interpretación de su protagonista, un Ricardo Darín que hace con su personaje lo que un soplador de vidrio: lo infla, lo desinfla, lo moldea robusto por fuera y frágil por dentro. En el fondo, esta historia de un cascarrabias retraído que ve perturbada su paz por culpa de un imprevisto ya se ha contado muchas veces: a menudo las historias son meras repeticiones con alguna variación, solo que unos ecos recorren más distancia que otros. Ring Lardner Jr, uno de los guionistas represaliados en la ‘caza de brujas’ de McCarthy, cuenta una anécdota que ilustra esta escasez de novedad reconvertida en virtud: Lardner y un amigo salen del estreno de ‘Río Rojo’ cuando su acompañante tiene la ocurrencia de acercarse al guionista para felicitarle por su trabajo. El felicitado, Borden Chase, exclama: «¿De verdad no te has dado cuenta de que es ‘Rebelión a bordo’ con vaqueros?».


                                                                                                                              (Publicado en La Voz de Galicia)

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