03 julio, 2013

Rufufú

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 Una de las más hermosas exaltaciones del tentempié se produjo hace unos meses en un barrio de Vigo. Un hombre, armado con un cuchillo de cocina, atracó un banco y huyó con 600 euros. Tras un respiro, el mismo asaltante robó otra sucursal a 500 metros del asalto anterior y, en una de las huidas mejor ejecutadas que se recuerdan, cruzó la plaza y entró en el bar de enfrente a tomar una caña y una tapa. ¿Quién no ha tomado una caña como método de escape en alguna ocasión? 'Rufufú' es una parodia de las películas de atracos perfectos. Un grupo de ladrones planean la forma de llegar hasta una caja fuerte a la que se refieren con asombro como «la comadre». Después de un esfuerzo logístico notable y un butrón sin parangón en la historia de la ineficacia, el atraco se convierte en atracón. Solo hay un botín: potaje de garbanzos con morcilla.

 Mario Monicelli estaba considerado un autor menor, un artesano eficiente sin el prestigio de Antonioni, Fellini o Visconti. Muchos directores de comedias italianas se encontraban en una segunda línea, escondidos tras la sombra de realizadores con mucha ínfula y películas de gran enjundia. Algunas de ellas, vistas hoy, son de lo más banal. Monicelli fue tan listo que no cometió el error de tomarse demasiado en serio. Sin énfasis ni adorno, supo reflejar la realidad de su tiempo: una Italia pobre que huye de la posguerra y en la que el dinero para comer sale del refajo de una falda. Cuando Mastroianni se acerca a la cárcel para visitar a su mujer y le cuenta el dinero que va a ganar en el atraco, ella le contesta: «Vale, pero si no te atrapan acuérdate de comprar un colchón».

 Detrás de 'Rufufú' hay unos intérpretes excepcionales, un buen guión y una dirección sin pretensiones que posee el tono de una novela picaresca. Los protagonistas creen que trabajar es indigno, una afrenta para el gremio. Hace falta gente seria en «el negocio». Uno de los ladrones escapa de la policía confundiéndose entre los trabajadores de una fábrica y su compañero le grita: «Peppe, no seas loco, que te van a hacer trabajar».


                                                                                                                                       (Publicado en La Voz de Galicia)

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