11 marzo, 2012

Son of a preacher man



 El comienzo del vídeo, con esa  presentación de Dusty Springfield que parece el comienzo de "Los Simpson" ya promete. El suelo del escenario con luces intermitentes es pura algarabía, un estilo de suelos luminosos que tendrían su punto culminante en "Fiebre del sábado noche" con Travolta y su pantalón de culo apretado.

 Pese a todo esto, pasmoso sin duda, lo que más me asombra del vídeo es el extraño parecido de Dusty Springfield con una Esperanza Aguirre algo más joven (ruego os fijéis bien en el vídeo... pido ayuda a vuestra imaginación). Siempre he creído que Esperanza Aguirre, con su cara de madrastra, está confeccionando en secreto un abrigo con la piel de varios cientos de dálmatas de la sanidad. En el momento preciso, pedirá prestado el mechón de pelo blanco que Glenn Close le ha cedido a Urdangarín.

 El hecho de imaginar a Esperanza Aguirre cantando lo difícil que es ser una chica buena cuando el que pretende conquistarte con halagos y susurros es el hijo de un predicador, hace que el vídeo cobre una dimensión que no sospechaba la televisión francesa en 1968.

 Todo personaje rancio que se precie, de Jesús Gil a Berlusconi, siempre intenta hacer gala de lo moderno que es. Esperanza Aguirre sucumbe siempre ante ese principio. Cuanto podrían mejorar las sesiones de copas cercanas a Moncloa si Espe pusiese un poco de su parte y se soltase. Todo el mundo chascaría los dedos al unísono, como el público del vídeo.

 Y el caso es que la canción me encanta.

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