26 junio, 2013

¿Qué me pasa, doctor?

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 En una de las ocurrencias más melindrosas de la historia del cine, Ali MacGraw le dice a Ryan O´Neal en ‘Love Story’: «Amar significa no tener que decir nunca lo siento». Debido al enorme éxito de la película, la sentencia tuvo una gran penetración social y gozó de mucho predicamento entre la gente aficionada al clínex en la manga. La industria de la música no tuvo en cuenta este jarro de agua fría hacia la disculpa amorosa, de lo contrario habría tenido que borrar toda la historia del pop. Dos años después de este incidente aforístico, al frente de otra película, pero sobre todo frente a otra mujer,  Ryan O´Neal vuelve a escuchar la misma frase. Esta vez responde: «En mi vida he oído algo tan estúpido».

 Peter Bogdanovich, responsable de esta escena que rejonea ‘Love Story’, dirige ‘¿Qué me pasa, doctor?’, un remake maravilloso de ‘La fiera de mi niña’ en el que, fiel al original, el director utiliza la comedia de enredo y la catástrofe como camino hacia el amor. Lejos del romanticismo sufrido, melodramático y ridículo, aquí se propone el amor como cataclismo. Ryan O´Neal interpreta a un estudioso de las propiedades musicales de las rocas ígneas que se topa con una mujer muy similar a una plaga: lleva el caos y el desastre por donde va.

 Katharine Hepburn se conformaba con volver loco a Cary Grant. En esta nueva versión Barbra Streisand aumenta su radio de influencia y casi destruye la mitad de San Francisco. En una ciudad tobogán como esta, uno siempre tiene la sensación de que si algo cae al suelo va a rodar cuesta abajo. Barbra Streisand es capaz de conseguir que las cosas rueden cuesta arriba. Provoca incendios, peleas, choques de coches, persecuciones disparatadas y juicios sumarísimos. «No se puede luchar contra un terremoto», dice ella. Todo un alegato en favor de lo inexorable. Su estilo a la hora de sembrar la destrucción de forma ingenua tiene algo erótico y a la vez terrorífico. Crea ambiente. El protagonista comprende que la supervivencia depende del fin del vendaval y claudica: se enamora.


                                                                                                                                       (Publicado en La Voz de Galicia)

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