12 junio, 2013

La tentación vive arriba

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 El edificio Flatiron de Nueva York debe su nombre al parecido que posee con la forma triangular de una plancha de la época. Su diseño aerodinámico provoca unas ráfagas de viento en la calle que hacen volar los sombreros de los hombres y los vestidos de las mujeres. El silbido de este edificio es la promesa de una travesura. «Las modas suben y bajan de la misma manera que los vestidos y las faldas de las mujeres suben y bajan. No significa nada», afirmaba Harold Bloom en una entrevista reciente. Puede que «el crítico más influyente y controvertido de nuestro tiempo», según The New York Times, sepa mucho de modas, pero subestima con ligereza los vaivenes de una falda.

 Billy Wilder, por el contrario, demostró ser un perfecto conocedor de la relación caprichosa que existe entre el aire y las faldas en la famosa escena de Marilyn Monroe con el vestido alborotado en una boca de ventilación del metro. El rodaje de esa secuencia fue como la caída del Muro de Berlín: todo el mundo estaba allí. Se reunieron 20.000 personas en Lexington Avenue. Hubo un caos de circulación. Elliott Erwitt hacía fotos. Joe DiMaggio consiguió una crisis matrimonial. Walter Winchell escribió su columna. Wilder hizo un elogio nunca superado acerca de los sistemas de ventilación y Marilyn... simplemente se refrescó.

 La tentación vive arriba no se entendería sin los campos magnéticos de Marilyn Monroe. Su esqueleto privilegiado, su ingenuidad absoluta y su actitud de rubia tonta de remate que no lo es tanto acaban volviendo loco a su vecino de abajo, un tipo que añade la canícula del verano de Nueva York al calor de sus fantasías. A Marilyn le parece elegante una escalera que no va a ninguna parte o beber champán comiendo patatas fritas. Hasta tiene una receta para los días de calor: meter su ropa interior en la nevera. ¿Qué clase de vecino resistiría algo así? Billy Wilder y su gusto por el sobreentendido convierten una máquina de aire acondicionado en un arma para el amor o una racha de aire en algo memorable. Solo la malicia de Wilder puede provocar más calor ventilando.


                                                                                                                                        (Publicado en La Voz de Galicia)

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