Hoy he decidido cambiar la canción habitual del domingo por un vídeo. En esta semana de tanto epitafio, José Luís Sampedro ha tenido su propio final Manriqueño y se ha convertido en océano. Escucharle hablar era como oír a una persona con propiedades curativas. Uno está de acuerdo con lo que dice. También en lo que deja de decir.
«Sólo entonces, al cabo de los años, comprendí cuánto es lo que desaparece con semejantes seres humanos. Porque todo lo que es único resulta día a día más valioso en un mundo como el nuestro, que de manera irremediable se va volviendo cada vez más uniforme» escribe Stefan Zweig.
Lloro y se agranda el océano. Por eso lloro. B.
ResponderEliminarAl parecer, la semana pasada José Luís Sampedro estuvo en “Epílogo”, ese programa de entrevista póstuma. Según cuentan (no lo he visto) fue el primer invitado que adopto el rol de estar muerto, es decir, respondió las preguntas como si ya estuviese en el cielo.
ResponderEliminarAnte el estupor del entrevistador soltó frases del estilo «no veo a Dios por ninguna parte» o «estoy aquí con mi ex mujer, nos lo estamos pasando estupendamente».
Al reírse de su propia muerte, despojó a los demás del derecho a llorar.