21 marzo, 2013

Cantando bajo la lluvia

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 Don Lockwood y Lina Lamont son dos estrellas del cine mudo a las que el tiempo se les echa encima. El estreno de su última película coincide con el éxito de "El cantor de jazz", la primera película sonora, y en un momento de incertidumbre provocado por el auge de las nuevas tecnologías tienen que reciclarse si no quieren desaparecer y convertirse en pasado. No les queda otro remedio que adaptarse a esa época bisagra y afrontar un nuevo reto: las películas habladas.

 Stanley Donen y Gene Kelly dirigen esta incitación a la alegría titulada "Cantando bajo la lluvia", una comedia musical con el color  de un cromo de los años 50, que ilustra con ligereza el tránsito del mudo al sonoro. Los dos gigantes del cine musical de esa época, Fred Astaire y Gene Kelly, son a este género lo que Rafa Nadal y Roger Federer al tenis: dos estilos magníficos y opuestos. Astaire representa la técnica, la filigrana, la elegancia. Kelly es una fuerza de la naturaleza, un prodigio de energía y destreza a la hora de proporcionar vitaminas de optimismo. En esta película, su sonrisa, omnipresente e incapaz de ocultar una dentadura tan exhibicionista, se complementa con la risa de comadreja de su compañero y escudero en la ficción: Cosmo Brown, otro superdotado de las acrobacias.

 Ambos nos acompañan por algunos de los números musicales más logrados y mejor integrados en el argumento de la historia del cine mientras dan una lección acerca de cómo se hacen las películas. Con la excusa de adaptarse a los nuevos tiempos, destripan todos los trucos del mundo del cine y nos enseñan cómo se genera el sonido, el doblaje, la brisa de ventilador o los atardeceres infinitos pintados en decorado. La Metro Goldwyn Mayer pone toda su maquinaria, su equipo técnico y su trampantojo al servicio de esta declaración de amor al arte de fabricar historias y nos hace comprender que cantar o bailar nos convierte de nuevo en niños. Consiguen lo más difícil, algo que se logra en contadas ocasiones: filmar la felicidad.


                                                                                                                                     (Publicado en La Voz de Galicia)

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