Maurice Jarre compone esta partitura, el tema central de la película “Los Profesionales”.
Un rico hacendado contrata a cuatro mercenarios para que rescaten a su mujer, prisionera en México. Atraviesan desiertos de sal, montañas de roca, tormentas de arena y padecen calor extremo. Los cartuchos de dinamita sudan. Recorren todo ese laberinto, entran en la guarida del Minotauro y liberan a una doncella con escaso deseo de rescate.
Lee Marvin es táctico y especialista en armas. Profesión: idealista desencantado. Burt Lancaster es dinamitero, crea destruyendo. Profesión: escéptico de nacimiento, sin embargo, su sonrisa es una representación de la vida abriéndose paso. Son héroes que están de vuelta de todo, lucharon con Villa y obtuvieron unas huellas dactilares quemadas por el pasado. Ahora, ya solo poseen la inercia de seguir adelante. Son desgaste.
Los dos protagonistas, personajes prematuros de “Grupo Salvaje”, representan el desencanto amargo y la muerte de los ideales de la revolución mexicana. “Tal vez solo haya una revolución desde siempre, la de los buenos contra los malos, y la pregunta sigue siendo ¿Quiénes son los buenos?” dice Lancaster.
Esta película de ritmo trepidante, ambiente áspero y tipos que viajan en el presente a través de los recuerdos del pasado es un relato de idas y vueltas. Una historia sobre la naturaleza efímera de la revolución. De cualquier revolución, en realidad.
“Los Profesionales” viene a ser una demostración de que se puede ser mercenario sin renunciar a tu dignidad.
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