19 febrero, 2012

I will always love you



 Whitney Houston. Llego tarde, lo sé.

 Twitter, una vez más, ha tenido el honor de levantar la liebre con una de esas primicias que le reportan fama de ojo omnipresente y le proporciona otra victoria en esa batalla no declarada con la prensa, donde lo que importa, al parecer, no son los alrededores de la noticia sino la rapidez, el adelantarse. Twitter es tan rápido que los astrofísicos deben andar pensando en cambiar la medición de las distancias siderales. Puede que los años-luz pasen a ser "twitteos".

 La muerte de Whitney Houston fue Trending Topic (que es lo más de lo más) durante diez horas de velatorio continuado por parte de esa trituradora llamada Internet. En ese tiempo, la hallaron muerta, la red se conmocionó, hubo la habitual tormenta de condolencias de anónimos pero sobre todo de famosos, para, a continuación, la cosa decaer y acabar languideciendo. En ese período de tiempo, te descubren, te trituran y te escupen. Por lo visto, la velocidad con la que se propaga cualquier noticia es proporcional al cansancio que provoca y enseguida se convierte en obsoleta. Al cabo de un rato, la red social ya se ocupa de si le roban las bragas del tendal a Madonna o de la boda de Marta Ortega con el hombre que susurraba a los caballos.

 Al día siguiente de su muerte, yo iba conduciendo camino de mi trabajo a la par que descubría el concepto del zapping radiofónico. Todas las emisoras de música hablaban de ella y se esforzaban denodadamente (no sé que quiere decir esta palabra) en poner sus canciones pero, por aquello de ser un poco guays, nunca ponían las que yo quería oír, las típicas. No pusieron "I wanna dance with somebody", canción mítica de todas las fiestas musicales de colegio de los años ochenta (al menos en el mío) y que posee la alegría de una canción de Tina Turner. En una hora de trayecto tampoco sonó la canción dominguera de hoy, deben de pensar que está muy pasiegamente sobada o que la está poniendo en bucle la emisora de al lado. Quizá lo peor de este tema es cuando surge esa especie de saxo a lo Kenny G en los años noventa. Lo mejor, sin duda, es que con una pequeña base musical, se ceda todo el protagonismo a esta chica que hace con su voz lo que Roger Federer con su raqueta.

 Whitney Houston, que tanta prisa tuvo por recorrer los escalones de bajada, en una época pre-descarga, vendió millones de discos con esta canción perteneciente a la banda sonora de la película "El guardaespaldas". Incluso consiguió convertir en un éxito de taquilla extraordinario una película mediocre, tirando a mala, con un puñado de canciones.

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