06 enero, 2016

Los tres entierros de Melquíades Estrada

 photo 406- Los tres entierros de Melquiacuteades Estrada _zpsvekmryzf.jpg

 Mike Norton trabaja como patrullero de La Migra, es decir, vigila la frontera entre Estados Unidos y México. Su forma de actuar, violenta y descerebrada, toca techo cuando mata a un inmigrante ilegal y abandona el cuerpo entre unos matorrales, como si fuera un despojo. Se trata del primer entierro de Melquíades Estrada. Unos cazadores encuentran el cadáver y avisan a las autoridades, que actúan con el fastidio del que tiene que abonar una factura. Entra en escena Pete Perkins (Tommy Lee Jones), capataz de un rancho de la región y amigo del fallecido. Sabe quién es el asesino y lo denuncia, pero la policía local se desentiende. Están ocupados en nada, concretamente. Echan tierra sobre el asunto y sobre Melquíades Estrada por segunda vez.

 Perkins había prometido dar sepultura a su amigo donde nació, un minúsculo pueblo al otro lado del río Grande, y elige dinamitar su propia vida para saldar una deuda con un muerto. Secuestra al patrullero y le ordena exhumar el cuerpo y cargarlo en un caballo antes de partir hacia el entierro, esta vez definitivo, de Melquíades Estrada. Comienza así el peregrinaje de un hombre con el aura serena del héroe y de un tipo mezquino obligado a transportar un bulto maloliente a través del desierto. Toda la policía del Estado va tras ellos, pero el argumento de la película, más que una persecución, propone un viaje hacia el alma humana con un guía que frecuenta el sentido de la amistad de algunos personajes de Peckinpah.

 Cuando preguntaron a Tommy Lee Jones por qué quería dirigir, respondió: «No por dinero. Ya tengo suficiente. Quiero narrar una historia en la que yo tenga el control de todo el proceso creativo». Jones produce, dirige e interpreta 'Los tres entierros de Melquíades Estrada' desde la silla del caballo. Y lo hace de maravilla. Su relato fronterizo sobre la línea raquítica que separa al héroe del loco contiene todos los ingredientes (la culpa, la muerte, la expiación) del universo de un escritor, al parecer, muy amigo suyo: Cormac McCarthy. El trabajo de exteriores, rocoso, austero y maravillosamente encuadrado, es digno del mejor Raoul Walsh, uno de los tuertos de Hollywood con prosa de epitafio. La caligrafía seca, concisa y efectiva de Tommy Lee Jones hace prever un futuro con grandes posibilidades de que en su ojo prospere un parche, algo que supondría el adorno definitivo a su rostro de penitente y a su mirada, de una tristeza prehistórica. ¿Alguna vez han visto reír a Tommy Lee Jones? Parece que sonríe llorando. Como si todas las batallas perdidas le hubiesen tocado a él.


                                                                                    (Publicado en La Voz de Galicia)

No hay comentarios:

Publicar un comentario