Todo comenzó con un encargo de la RAI de Berlusconi para hacer una serie de cuatro episodios que retratase la historia de Italia. Una vez entregado el producto final, los mandamases de la RAI comprueban con estupor que la calidad de la serie es escandalosamente superior a los patrones televisivos. No saben qué hacer con ella. Ante el riesgo de defraudar a su audiencia con algo tan bueno, deciden que no puede emitirse. Mucho menos en ‘prime time’. Quizá en algún canal de menos rango. Quizá de madrugada. Se asemejan a un padre primerizo en las puertas del paritorio al que los médicos entregan un niño con dos cabezas. Una anomalía. La búsqueda de un destierro creativo finalizó al aparecer el festival de Cannes, que la rescató del desguace, le cambió la chaqueta – pasó a ser una película de seis horas de duración – y la proyectó en la sección ‘Un certain regard’, donde recibió el primer premio. Había surgido una perla en la bahía más contaminada del mundo.
‘La mejor juventud’ muestra la vida cotidiana y el clima social y político de Italia durante el último medio siglo, en el que las ideologías y las ilusiones de los sesenta y los setenta se van quedando como boyas a la deriva. Las inundaciones de Florencia en el 66, los movimientos estudiantiles de los 70, las Brigadas Rojas, los despidos masivos de la Fiat en los 80, el asesinato del juez Falcone y la corrupción endémica del país son el marco que envuelve la historia de dos hermanos, Nicola y Matteo, a los que el director utiliza como vehículo para vertebrar el argumento. Nicola, alegre y optimista, es un espejo de Franco Basaglia, aquel doctor que acuñó el término antipsiquiatría y finiquitó esa tradición que veía a los locos como presos a domesticar o muebles abandonados, nunca como personas. Su hermano Matteo viaja en dirección contraria: entiende el mundo con la tristeza de los inadaptados. Es una de esas personas que llevan la lluvia por dentro. Solo escampa en su interior cuando lee. «Meter palabras en la cabeza» lo llama él. ‘La mejor juventud’ es una película de locos que iluminan el mundo. Una historia sobre el peso de los recuerdos, sobre la huella que dejamos en los que vienen a continuación y, ante todo, un estudio acerca de cómo huye el tiempo. Se parece a un libro que no cierra bien. Una vez terminado te sigue masticando por dentro durante días.
(Publicado en La Voz de Galicia)
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