‘El silencio del héroe’ es una colección de artículos deportivos, en su mayoría ordenados cronológicamente, que muestran cómo Gay Talese (Ocean City, Nueva Jersey, 1932) ha ido tensando su escritura a lo largo de las décadas hasta convertirse en un autor esencial. Si Robert Bresson y Yasujiro Ozu, apóstoles de la sobriedad, regentasen un club contra los fuegos de artificio, aceptarían como socio a Talese. La sustancia de sus relatos se nutre de los detalles que se pierden por el rabillo del ojo. Talese explora los rincones. Un tipo que fabrica herraduras en un hipódromo, una persona del público, un árbitro de boxeo, una futbolista que falla un penalti... Durante décadas ha documentado una galería de personajes, muchos de ellos perdedores, con un humor extraño y la compasión de quien no se permite juzgar a los demás.
‘El silencio del héroe’, el reportaje que da título al libro, habla de la soledad de Joe Di Maggio, un mito pegado a la sombra de la muerte de Marilyn Monroe, pero sobre todo habla de cómo envejecen los deportistas. El relato está escrito en 1965. Talese acompaña al jugador al Yankee Stadium, quince años después de su retirada del béisbol. Es un día de fiesta. Se homenajea a Mickey Mantle, la leyenda que ocupó el vacío de Di Maggio y que ahora, también en el ocaso, está a punto de retirarse. Pancartas que rezan «Te queremos Mick» cuelgan en la parte alta del estadio. Talese escribe: «Estas pancartas las habían sujetado centenares de jóvenes cuyos sueños se habían hecho realidad a menudo gracias a Mantle, pero también, sentados en la tribunas, había hombres de más edad, barrigudos y medio calvos, en cuyas mentes de mediana edad Di Maggio seguía vivo e invencible, y algunos de ellos recordaban cómo un mes antes, durante una exhibición antes del partido del Día de los Veteranos en el Yankee Stadium, Di Maggio bateó un lanzamiento y lo mandó a los asientos de la zona izquierda del campo, y de repente miles de personas se pusieron en pie de un salto, como locos, gritando de alegría: el gran Di Maggio había vuelto; volvían a ser jóvenes; era ayer.»
Solo son dos palabras. Era ayer. Dos palabras que electrizan y atraviesan el tiempo del relato con la velocidad del pensamiento, que en un instante pasa del presente al pasado. Dos palabras que describen la nostalgia y la imaginación colectiva y acotan con precisión absoluta la definición de leyenda como «aquel que vive en el recuerdo». Con esa brevedad Talese cuenta una historia sobre la vejez, sobre la decadencia, sobre el tiempo y su transcurrir. «Era ayer». Dos palabras. Ya estaban en el diccionario. Solo había que escogerlas y colocarlas en el lugar adecuado.
(Publicado en La Voz de Galicia)
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