07 julio, 2013

Talkin' 'bout a revolution



 Tracy Chapman.    

 En el relato ‘Raza, reporteros y responsabilidad’, Gay Talese narra la pelea entre un jugador negro de la NBA y su entrenador. El incidente, es una versión trasplantada al baloncesto del cabezazo que Djalminha le propinó a Javier Irureta cuando éste entrenaba al Deportivo en 2002. La pequeña pieza de Talese data de 1997 y describe cómo el circo mediático trata de convertir una agresión deportiva en una cuestión de odio racial. Lo que sigue es un fragmento de ese texto:

 «Uno de los asesores legales del jugador, Johnnie Cochran, un exponente sin igual del racismo como arma defensiva, aparecía a menudo en los noticiarios de televisión y la prensa, condenando la decisión de la liga como un ataque al sentido común. Pero este ataque al sentido común, en mi opinión –la de alguien que ha sido testigo del baloncesto profesional durante más de cuarenta años, y que comenzó en los años cincuenta como periodista deportivo-, fue fomentado por los medios de comunicación al apresurarse a ceder su tiempo de emisión y su espacio en las noticias a gente que busca llamar la atención y que utiliza los hechos para sus propios fines y con cualquier valor publicitario que pueda extraerles».

 Un texto muy elocuente que, desde el pasado, describe nuestro presente de intoxicadores profesionales con oficio lucrativo. Me refiero a toda esa gente que acude a los programas de éxito, disfrazados de periodistas, para, en realidad, colocar una mercancía al servicio del buen pagador. A veces, uno observa con estupor la forma en que plantean este periodismo de plató como un salto evolutivo cuando la burra que venden tiene la edad de Maquiavelo.

 Si alguien duda de lo anterior, solo tiene que sintonizar un canal de televisión. No importa cual. No importa qué día. No importa a qué hora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario