Gene Kelly. Euforia. Optimismo. Magia. Un chico de 27 años, llamado Stanley Donen, rueda una película llamada "Cantando bajo la lluvia".
Cuentan que la secuencia que hay encima de estas líneas se rodó en la parte trasera del estudio, la cual cubrieron con unas lonas para que pareciese de noche. Cuando, a las cinco de la tarde, llegó todo el equipo de rodaje, descubrieron que los aspersores y las máquinas de agua no soltaban el agua con la presión de los ensayos que habían hecho los días previos.
Llamaron al ayuntamiento de Culver city para preguntar qué ocurría con el agua y les dijeron que, debido a las altas temperaturas de ese día, la gente había estado usando las duchas con una frecuencia mucho más alta de la normal, razón por la cual los depósitos y el sistema de traída de agua estaban achuchados.
Horas más tarde, cuando los habitantes de Culver city terminaron de ducharse y de regar sus jardines comenzaron a rodar esta escena de movimientos de grúa prodigiosos. Un día y medio después surgió esta obra maestra del chapoteo que, para muchos, es una vuelta a la infancia y que mantiene con el espectador la complicidad de un guiño de ojo.
Nunca un paraguas o una farola tuvieron tantas utilidades como en esta película que le gusta hasta a los que no les gusta el musical. Qué difícil es mostrar la felicidad en el cine.
La alegría de vivir.
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