Creada por Hal David y Burt Bacharach e interpretada por B. J. Thomas.
Se compuso para la película "Dos hombres y un destino" donde Paul Newman presentaba la bicicleta como síntoma del progreso. A la hora de enseñársela a sus compañeros de reparto no hacía una presentación al estilo Steve Jobs, simplemente montaba a la chica de la película en el manillar y corría delante de un toro poco amante del ciclismo al ritmo de esta canción. La complicidad y simpatía que genera esa escena es insuperable. Algunas querrían ser la chica, otros Paul Newman. Puede que incluso alguien quisiese ser el manillar.
Así, esperando que unas cuantas gotas de lluvia caigan sobre sus cabezas, está la mitad de España que depende del campo, la otra mitad está en Twitter escribiendo "me voy a la playita". Un servidor, que vive en Galicia, es la primera vez que observa, con su lograda cara de asombro, a gente yendo a la playa en marzo. No me refiero a excéntricos sino a personas pertrechadas con sombrilla, sillita y su correspondiente síndrome de abstinencia de bronceador.
Hasta ahora, en esa Galicia que es verde en el imaginario colectivo, los incendios coincidían con oleadas de calor en julio o agosto. Ya no. Puede haber incendios en febrero o marzo.
Mi padre, que tiene una pequeña huerta, no recuerda una época en la que hubiese que regar en febrero. También es la primera vez que escucho que alguna gente va a tener que vender parte de su ganado porque no puede darle de comer. La sequía era algo que le ocurría a otros, fuera de Galicia. Debido a la escasez de lluvia, el campo no produce lo suficiente para alimentar a los animales al mismo ritmo que los años anteriores. Los pequeños ganaderos tampoco pueden comprar una mayor cantidad de pienso porque, misteriosamente, han subido los precios. Ya se sabe, demanda, oferta. Es posible que "los mercados" hayan puesto el ojo en el pienso y hayan subido su prima de riesgo.
Es inquietante que los indicadores (y no digo que la huerta de mi padre sea un indicador) del cambio climático dejen de ser una noticia en un periódico referida a una zona remota como la Antártida o Bangla Desh para pasar de visita (de momento) por la zona en que vives, pero es que el cambio climático se ha propuesto formar parte de la globalización y deleitarnos con su presencia en cualquier rincón. Aquí hemos de darnos cuenta de que estoy hablando de un intangible, es posible que tenga razón Aznar, ese "ser" a menudo iluminado, y sea una falacia. Ocurre que Aznar tiene información que nosotros desconocemos: Ronald Reagan y Margaret Thatcher le han dicho que el cambio climático es como los mercados, se ajusta solo.
El "adeus ríos... adeus fontes... adeus regatos pequenos..." está cobrando una nueva dimensión que no sospechaba Rosalía de Castro.
Yo tuve un maestro de meteorología que siempre me prevenía de los agoreros. "La gente tiene memoria climática de pez", decía, y tal cual: llovía dos semanas seguidas y la mayoría era capaz de jurar que no había salido el sol en seis meses. Pero eso era cuando el cambio climático no pasaba de hipótesis. Luego los agoreros resultaron ser los más precavidos.
ResponderEliminarMira, ¿y en Ischia subirá el nivel del mar?
B.
Ischia ha de ser ese lugar en el que Billy Wilder rodó una película titulada “Avanti”. Sólo por eso, el cambio climático, tan Wilderiano él, mandaría un segundo Katrina a Nueva Orleáns antes que tocar esa isla.
ResponderEliminarCosas que pueden ocurrir en ese lugar geográfico:
En Ischia, una persona puede heredar un adulterio de segunda generación.
En Ischia, la censura se materializa en forma de dos calcetines negros.
En Ischia, uno puede llegar siendo un puritano con una visión de la vida en 4:3 y su horizonte irse expandiendo hasta tener una visión panorámica de la vida al tiempo que sus remilgos se van escurriendo de la misma manera que su bañador al nadar.
A Ischia acude gente que dedica once meses al año al resto de la sociedad y se reservan uno para ellos.
En Ischia, uno no sabe que está enamorado hasta que ve un trozo de polaroid cortado por una tijera.
En Ischia… puede ocurrir hasta lo impensable… que una persona aprenda a vivir.