Le ocurrió a Ernest Hemingway. Un día despertó y cuando fue a leer los periódicos supo que estaba muerto, que había fallecido en un accidente de avioneta en África. Durante mucho tiempo, cuando almorzaba, leía su necrológica y tomaba una copa de champán. Lo mismo le ocurrió a John Lennon, sólo que en su caso era verdad.
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