21 octubre, 2012

What a difference a day made



 Dinah Washington.

 Hoy es día de elecciones en Galicia. Una gran parte de la población no irá a votar. Poseen buenos motivos: el aburrimiento, el hartazgo o el simple desprecio. El panorama no ayuda mucho: escenificaciones de un debate en el que no hay debate, políticos que se creen capaces de hipnotizar a tres gallinas a la vez (siempre que estén atentas) pero que no son capaces ni de engañarse a sí mismos o unos medios de comunicación que, a menudo, en lugar de fomentar la expresión de opiniones, parecen querer suprimirlas, manipularlas o dirigirlas.

 Se nos convence de que la democracia es meter un papel en una urna cada cuatro años, pero mucha gente tiene la sensación de que no está participando en nada significativo, que no se cuenta con ellos. Se nos dice qué cuestiones pensar y cómo pensarlas. Se habla en un lenguaje farragoso e incomprensible para los no iniciados, como si todo estuviese más allá del entendimiento del hombre común y a él le bastase la fe. Ya necesitamos traductor para entrar en los detalles de cualquier problema económico, político o social. Parece que tenemos que resignarnos a creer que todo ha sido decidido hace tiempo y por otros. Fabricar otro agujero en el cinturón, obedecer, callar y correr.

 Todo lo anterior es desastroso y nuestro sistema democrático, por momentos, ya no lo parece. Sin embargo, es todo lo que tenemos.

 Ahora ya sabemos que corriendo para salvar la vida nunca llegas muy lejos. También sabemos que la fe se compra con credibilidad y ya no nos queda ese género en la tienda. Hemos ido abandonando el conformismo, otro de los grandes males, a medida que aumentaba la indignación.

 Puede que hoy no sea el día, pero estoy seguro de que algo vendrá. Y ese algo tendrá que traerlo la gente. Sólo en lo desconocido hay salida. Mientras tanto, me quedaré con Dinah Washington y su canción a ver "Qué diferencia marca un día".

 A veces, las cosas existen porque las esperamos.

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