24 junio, 2012
The girl from Ipanema
Antonio Carlos Jobim componía y Vinicius de Morâes escribía las letras. Que si lo hicieron en un bar o que si no. Que da igual. Esta versión, grabada en Nueva York, solapa la bossa nova con unas gotas de jazz procedentes del saxo de Stan Getz.
Joâo Gilberto y su entonces esposa, Astrud, cantan esta obra maestra del susurro.
El verano ha llegado. Pese a que, día a día, nos aturden con las noticias de esa España en la que es lícito el pillaje. Pese a los pelagatos incompetentes que anuncian rescates como triunfos sin saber que sólo hay un sitio donde se puede encontrar queso gratis: una ratonera. Pese a la evidencia de que toca pagar las consecuencias de unos gestores que pasaron toda una vida escogiendo a los amiguitos, desplazando a los que de verdad valen. Esos que ahora se marchan a otros sitios. Pese a los patriotas futboleros y a la prima de riesgo, el verano ha llegado.
Dejo de garabatear. Hoy no tengo las ideas claras, pero tengo un sofá...
17 junio, 2012
Senza Fine
Gino Paoli.
Senza Fine es una canción de un romanticismo inevitable para cualquiera que haya visto la película a la que pertenece: "Avanti", dirigida por un señor llamado Billy Wilder, un tipo que suele aparecer a menudo en este pequeño blog del arrabal virtual. Sus películas son como una ventana por la que entra la brisa y airea todas las miserias del ser humano con el arma más crítica inventada hasta la fecha: la risa. Aunque, a menudo, sea una risa atragantada.
"Avanti" es una película de perfil bajo, oculta detrás de la ristra increíble de obras colosales y famosas - El Apartamento, Con faldas y a lo loco, Perdición- que forman la filmografía de Wilder. Aquel que se acerque a esta película, encontrará que, a veces, en lo oculto está lo maravilloso. Para el que esto suscribe, es una joya de la historia del cine.
Jack Lemmon se disfraza de Wendell Armbruster Jr, un industrial americano melindroso y remilgado que predica la exaltación continua del beneficio, algo tan usual ahora que ya nos parece "lo normal". Todo lo mira con ojos de criterio economicista, por lo cual, la vieja Europa se le asemeja a un nido de vagos con pocas ganas de trabajar que disfrutan de siestas demasiado largas. Así nos veían los americanos en los años 60 y 70. Esto último, que parece tan rancio y anticuado, está sucediendo ahora mismo cuando Alemania y los países del norte, acusan a los países mediterráneos de ser demasiado proclives a la buena vida y a "producir" poco.
Wendell Armbruster, llega a Ischia, una isla rodeada de un color azul ultramar que se instala apaciblemente en tu memoria y, sin él saberlo, el aire va entrando en su vida. En Ischia ocurre de todo, hay camareros que dominan el arte de la fotografía polaroid y encargados de helipuerto que salen a la pista de aterrizaje con un plato de spaghetti en la mano. El protagonista va, poco a poco, abriendo los ojos y termina por darse cuenta de que era un principiante en el arte de vivir.
Muchos cineastas se cuestionan la realidad, la inventan u ofrecen historias donde intentan encontrar las preguntas adecuadas de su tiempo. El cine de Billy Wilder, en cambio, ofrece respuestas. Uno sólo ha de fijarse en los detalles. Si a uno le preguntan en qué consiste la burocracia, bastará con ver la escena del tanatorio donde un funcionario que guarda su sombrero en el portapaquetes de una vespa, estampa cuños por cuatriplicado a la velocidad inaudita de un percusionista.
Billy Wilder puede explicar en qué consiste la censura mediante dos calcetines negros. Si alguien no sabe definir en qué consiste la retranca gallega sólo debe fijarse en Carlucci el mejor gerente de hotel que nunca haya existido. También puede aprender el arte de litigar viendo a la familia Trotta, los mafiosos napolitanos dueños del viñedo de esta historia, ninguna serie americana de juicios podría superarlos.
Wilder y su otro cerebro (su amigo y guionista Diamond) nos enseñan acerca del tiempo y de lo importante que es malgastarlo en menesteres que merezcan la pena. A Ischia acude gente que dedica once meses al año al resto de la sociedad y se reservan uno para ellos. Son capaces de explicar sin una sola palabra cómo un tipo puritano va dejando atrás su antigua vida enseñándonos cómo se va escurriendo su bañador al nadar. Son tan buenos que pueden retratar la ingenuidad a través de una manzana.
Que nadie se pierda la escena del beso en la báscula, donde aparecen cada uno con una parte del pijama puesto. Si Lubitsch la hubiese visto, sonreiría con el orgullo del profesor que se ha visto superado por su alumno.
En Ischia, Wendell Armbruster hereda un adulterio de segunda generación y aprende a vivir.
10 junio, 2012
Rescue Me
Mucha actualidad rescatadora le aguarda a Fontella Bass.
Con las inversiones huyendo, las agencias de rating calificándonos de bono basura y el estigma de ser el cuarto país rescatado, hace falta ser muy ingenuo para pensar que ahora las cosas van a mejorar de repente, que la Unión Europea presta 100.000 millones de euros sin contraprestaciones abusivas para la sociedad de ese país (véase Grecia o Portugal) o que únicamente los bancos van a pagar el rescate cuando el dinero se presta al gobierno español (a través del FROB) no a las entidades bancarias.
Rajoy, con su cara de mirar papeles siempre y que se está haciendo transparente a base de desapariciones, y el ministro de economía, ese fulano de sonrisa bovina cada vez que estrecha la mano de un usuario de Bruselas, son los tipos que, en lugar de afrontar el problema, lo convertirán en una cuestión semántica y no pelearán por salir del pozo, pelearán por la forma de denominar al pozo. Por la palabra en sí. Mientras se clavan los clavos en el ataúd, nos seguimos preocupando del maquillaje.
¿Cómo puede uno creer a un tipo que afirmaba rotundamente que no iba a haber rescate hace dos días? ¿Cómo puede uno fiarse de tipos que dicen una cosa y la contraria en cuestión de horas? ¿Cómo puede evitar uno hacerse las preguntas pertinentes?
Somos un país proclive a escapar de los problemas y llamar a las cosas por otro nombre. Estamos deseando ver a unos multimillonarios jugando a la pelota para olvidarnos de todo. En lugar de utilizar la autocrítica para crecer, la convertimos en pieza de caza mayor y nos preocupamos de dar a entender por tierra, mar y aire que nuestros críticos y detractores son unos paletos. Una de las claves para ser mediocre es decir que sí a todo. Llevamos demasiados años siendo un país de mediocres. Tenemos una ausencia alarmante de gente capaz de utilizar palabras pequeñas que sirvan para explicar las cosas grandes. Aún peor, los capaces, callan.
Mark Twain decía que "La guerra es la manera que tiene Dios de enseñarles un poco de geografía a los estadounidenses". Esta crisis es el vehículo mediante el cual hemos aprendido algo de economía. Ahora, el déficit o la prima de riesgo, se han convertido en conceptos cotidianos. En breve, vamos a aprender el significado de la palabra troika.
Mark Twain, no hablaría de "rescate", seguramente sería más de su agrado denominarlo "óbolo".
07 junio, 2012
Horst P. Horst
Era la víspera de la segunda guerra mundial, en concreto, agosto de 1939, y el fotógrafo Horst P. Horst, en los estudios parisinos de Vogue en los Campos Elíseos, hacía esta instantánea titulada Corsé Mainbocher. Fue la última fotografía que hizo en París antes de la guerra.
Viendo otras imágenes de Horst, es fácil adivinar que era un fotógrafo de estudio. Uno de esos tipos que recelan de la improvisación y prefieren el ambiente controlado de un plató, donde se puede supervisar hasta el más mínimo detalle, idear escenificaciones minuciosas, calculadas, y disponer de atrezzo, decorados o elementos arquitectónicos.
Su gusto por el Art Decó y su manía (así era la publicidad de su momento) de retratar a las mujeres como si fuesen diosas o, incluso, estatuas, hace que sus fotografías me recuerden el estilo de las películas que Joseph von Sternberg hizo con Marlene Dietrich, una actriz cuyo mayor afán parece ser iluminarse a sí misma.
A pesar de su elegancia, he de reconocer que no me gustan demasiado las fotos de Horst P. Horst. Sin embargo, la que he dejado más arriba, me apasiona. Famosa e iconográfica, de una belleza y un equilibrio indiscutible, parece la sensación de silencio convertida en imagen. Hay una combinación de intimidad (el corsé puede ser cosa de dos: el que lo lleva y el que lo anuda) y erotismo maravillosa. Incluso de tormento, la cuestión del corsé no es la comodidad, sino ensalzar la figura apretando lo que se necesite, aunque tengas que respirar mediante el aire del pulmón de otro.
Es difícil elucubrar el detalle exacto que convierte a una imagen en perdurable. Nadie sabe por qué hay fotografías que el tiempo no parece desgastar. Es más fácil reconocer esas imágenes que explicar su misterio. Lo que hace que Corsé Mainbocher sea una fotografía especial (para mí, claro) es la luz y la simetría. Si hay algo mejor que la luz de esta foto, son las sombras, densas, profundas, de un relieve exquisito. Hay algo extraordinario en esa chica situada a la derecha que nos da la espalda (una espalda estupenda) y las tiras del corsé que caen hacia la izquierda. Tiene la simetría y el balanceo perfecto de un columpio.
De esas fotos que ves y no puedes resistirte a una segunda mirada. Y luego una tercera.
03 junio, 2012
When you´re smiling
Billie Holiday & Lester Young.
Parece mentira. Cada semana suele tener un domingo y Billie Holiday aún no había pasado por aquí. Con los primeros acordes de esta canción, parece que te introduces en una película de Woody Allen. Este director fue el primero en saber que la música de Benny Goodman, Django Reinhardt, Billie Holiday y tantos otros, casaba perfectamente con la vida real.
Obama ha declarado varias veces que él no sería el primer presidente negro de Estados Unidos si antes no hubiese aparecido una señora llamada Rosa Parks. Esa señora que se negó a ceder su asiento a un blanco y moverse a la parte de atrás del autobús. Obama ha debido olvidar que Rosa Parks jugaba una partida a tres manos con otras dos personas. Una de ellas era Muhammad Alí, un fulano que se negó a ir a la guerra de Vietnam -al parecer, allí nadie le había hecho nada- y al que desposeyeron de su título mundial de boxeo, impidiéndole boxear durante cuatro años. No perdió un ápice de su chulería y su gusto por la provocación. Él siguió con su arrogancia, ya legendaria, y su lema de "flota como una mariposa, pica como una abeja".
Mucho antes de todo esto, Billie Holiday interpretó una canción que incendió toda Norteamérica. Se titulaba "Strange Fruit". El "extraño fruto" eran los negros colgados de los árboles después de los linchamientos, frecuentes en aquella época.
Es el tercer vértice de ese curioso triángulo. Ninguno de estos tres personajes era político. Tampoco banquero.